Si todo el mundo coincide en que Humberto De La Calle es el mejor candidato a la Presidencia de la República, ¿por qué, según las encuestas, mucha gente piensa apoyar a otros candidatos? Porque se está imponiendo la teoría del “voto útil”, es decir, debe apoyarse a quien tenga más posibilidades de ganar.
El “voto útil” es la negación de los principios, es el desbordamiento de la ética, es una práctica inmoral que niega todo lo bueno y grato que tienen la libertad, la democracia y el bien común. Es lo mismo que decir “hay que ganar a toda costa”, sin que valgan los programas, las propuestas, el recto análisis de las necesidades sociales y de los requerimientos de Estado, es echar por la borda los conocimientos, la formación, el comportamiento apropiado, la sabiduría, todo lo que es grande y valioso en una sociedad respetable.
Para el “voto útil”, como en “Cambalache”, es lo mismo “ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador”, no importa que alguien sea docto, caballero, honrado, demócrata, experto, inteligente, reflexivo, competente, porque lo que toca hacer es apoyar al que más dinero tiene, al que consigue más votos sea como sea, al que compra más propaganda, al que goza de mayores beneplácitos en los altos círculos del poder. “Tengo que ser audaz y tratar por todos los medios de estar con el ganador”, dicen los del “voto útil”. ¡Por eso estamos como estamos! Es decir, tan jodidos.
Es tiempo de análisis, de recapacitar, de evitar más desastres, de darle al País lo que necesita: un mandatario con experiencia y de probada honradez, un Estadista que tenga el talento, el carácter, el conocimiento y la sensatez que en estos momentos cruciales requerimos del próximo Presidente de la República.
En esta semana se piensa a fondo en el voto del domingo. Hay que pensar también sobre lo que nos ha pasado en los últimos años, en la pobreza, en la corrupción, en las dificultades económicas, en nuestros campos empobrecidos y abandonados, en los campesinos masacrados y desplazados. Todo fruto de la violencia, que es la madre de todas nuestras desgracias. Hay que hacer la paz, sobre lo que entiende De La Calle mejor que nadie; se quiere mejorar la Justicia y ninguno mejor que un exmagistrado como De la Calle; es impostergable dar paso a una auténtica democracia, con participación, con igualdad, con libertad, con crecimiento económico, según lo consagra la Constitución que De La Calle ayudó a construir.
De La Calle cuenta con la aguda colaboración de Clara López, gran Economista, Abogada, exalcaldesa de Bogotá, exministra de reconocido talante social, una mujer de carácter, progresista, preparada para cumplir extraordinaria labor en la Vicepresidencia de la República.
Si nos equivocamos de nada valdrá el posterior crujir de dientes. Seguiremos por el despeñadero de las incongruencias partidistas, con la maldita guerra a cuestas, rumiando pobreza y desesperanzas. De La Calle es el auténtico comienzo de la recuperación.