Así no fuera Daniel Coronell un periodista serio, responsable y muy leído, la manera como lo sacaron de la revista Semana a través de un mensaje de whasapp deja mucho que desear y pensar desde el punto de vista de las mínimas reglas de educación que se deben tener para con un colaborador y más de la talla de este profesional de la comunicación.
Lo que más preocupa no es que ya no podamos deleitaremos con las columnas de Coronell, sino que el periodismo, que es una profesión seria que informa e investiga con veracidad al país, está dejando de serlo para convertirse en un instrumento de sostenimiento de una ideología política, o al servicio de la empresa mercantilista a la que lo que más le interesa es el crecimiento de sus ganancias sin importar la calidad de periodismo que se haga.
Al leer las noticias que salieron por distintos medios de comunicación el pasado 3 de abril, entre ellas La Silla vacía, lo que se vislumbra es la venganza de la gerente de Semana la Sra. Sandra Suarez que pertenece al uribismo a quien las investigaciones publicadas por Coronell la ponía incomoda.
Todo lo que se lee parecería una telenovela mexicana o venezolana, de odios, amores, envidias, egoísmos y poder, con la diferencia de que en el caso de Coronell es la realidad.
Esto unido al tema de raiting hace perder la objetividad y la seriedad del periodismo y nos lleva al amarillismo, dejando un sin sabor que genera miedo, pues los colombianos vamos a estar en manos de personas que sin escrúpulo alguno amañan la noticia para generar odios y amores, sin darle a la noticia la veracidad, la objetividad y la imparcialidad e independencia que merece.
Es lamentable que la revista Semana haya perdido su norte, y se haya prestado a los juegos de la polarización, ayudando sin quererlo quizás, a que la verdad de lo que sucede en el país no se conozca, solo por favorecer a unos pocos, y con ello, aumentando la impunidad.
El periodismo es la profesión que ayuda a que la democracia se fortalezca a través de la verdad y del conocimiento de situaciones o hechos ilícitos para que en justicia se castiguen y caminemos en senderos de transparencia, y en defensa de la institucionalidad.
El cambiar periodistas solo porque son incomodos por sus revelaciones periodísticas o por su tendencia ideológica, es desvirtuar los valores de la tolerancia y de la propia democracia.
¿Cómo queremos reconstruir un país si no cambiamos las prácticas clientelistas y corruptas?