Es inconcebible que el presidente Trump haya incentivado a sus seguidores para que se tomaran el capitolio, generando una crisis y un golpe a la democracia por el simple hecho de no querer aceptar su derrota en las elecciones presidenciales, a pesar de que el colegio electoral revisó sus denuncias y confirmó a Joe Biden como el próximo presidente de los Estados Unidos.
Lo preocupante es el autoritarismo del presidente Trump y la herida que le produjo a la democracia más antigua del mundo. Lamentablemente en distintas partes existen líderes de las mismas características de Donald Trump
El problema no para ahí. Según la BBC en su noticia Asalto al Capitolio | Qué es QAnon, el grupo cuyos miembros participaron en la irrupción al Congreso de EE.UU. (y cómo se replica en América Latina), Ethan Zuckerman, director del Centro para Medios Cívicos del MIT, QAnon es una teoría de la conspiración especialmente corrosiva porque lleva a la gente a asumir que casi toda figura de autoridad «es parte de una camarilla secreta que trabaja contra la libertad».
«La corrosión que se deriva de eso es el peligro de que no confiemos en ninguna institución«, «Y esa desconfianza, si es explotada por un líder autoritario, es increíblemente peligrosa», concluye.
Teniendo en cuenta lo anteriormente señalado, QAnon es como un Leviatán: el que el hombre es lobo para el hombre, y una especie de rompimiento del contrato social en el que se imponen la fuerza, la xenofobia, el caos y la anarquía.
En un mundo globalizado e interdependiente en el que la democracia se debilita, y la pandemia hace que se restrinja los derechos fundamentales de la ciudadanía en general, se atenúan las economías y se aumentan la inequidad social y la falta de cohesión entre los connacionales de cada país; este tipo de teorías nos conducen al caos, exacerba la violencia y la esclavitud pues condena a la humanidad por su color de piel, por su ideología, por su religión y por cualquier cosa que no sea del interés o que vaya en contravía de QAnon.
Lo peor es que esta teoría que se ha tornado institucional y que quiebra los valores de un Estado y los morales como los sociales también, se ha extendido a América Latina pues existe ya en Costa Rica como en Argentina entre otros países.
En un país como Colombia en el que la cultura ciudadana, la educación política, la sensatez poco existen, y el populismo como la demagogia se imponen, es peligroso que además de todo el desangre que vive el pueblo colombiano en los territorios y la injusticia social que es galopante, vayamos a caer en manos de este grupo. Nada se puede esperar de los líderes populistas irresponsables a quienes poco importan su país y sus connacionales con tal de consolidarse en el poder, aumentarlo o conseguir sus negros objetivos.
Ahora es cuando más que nunca debemos unirnos como nación para combatir esta clase de doctrinas o teorías, así como a los populismos y a los corruptos para consolidar la democracia.
Trump ha demostrado que lo solo conoce su soberbia, su egocentrismo y su violencia. Lo peor es que en el caso colombiano se nos ha vulnerado la dignidad nacional con el beneplácito del gobierno Duque, por ello es peligroso que algunos políticos colombianos a quienes les encanta imitar a Trump, no les vaya a dar por poner en marcha la famosa doctrina QAnon, pues es suficiente con el daño que le han venido causando al país y a los colombianos con sus mentiras, con su demagogia, con su desinformación, con los atropellos a la democracia y a los derechos fundamentales, con su promoción de odio y división, como para acabar de tirarse el país con doctrinas extranjeras fascistas y diabólicas.
Debemos acabar con todos los políticos que pretenden imitar a uno de los peores líderes que ha tenido el mundo en el presente siglo.