Existen sentimientos encontrados ante las noticias escandalosas como son los falsos positivos en la erradicación del cultivo de matas de coca, la arremetida del expresidente Uribe contra la JEP, que contrastan de manera positiva con la información que apareció en los medios de comunicación relacionada con la decisión de la JEP de imputar al antiguo secretariado de las FARC por los secuestros cometidos durante el conflicto.
Cuando un expresidente de la republica quien debería conocer la seriedad y el verdadero espíritu que dentro del derecho internacional público posee la justicia transicional en el mundo, sorprende el Sr. Uribe con sus comentarios populistas y fuera de todo contexto cuando dice que “la JEP fue impuesta por las FARC”, como si este grupo exguerrillero fuera el estado colombiano, ya que es solo la institucionalidad la que puede establecer la Justicia Especial para la Paz con el único fin de fortalecer las instituciones democráticas, de llamar a la reconciliación y de conocer la verdad a fin de reparar a las víctimas y poder voltear la página de la historia.
La afirmación que hizo el exsenador Uribe no es responsable sino que es fuente de desinformación, y producto del odio y del resentimiento, cuando el país debe concentrarse en temas fundamentales como la gobernabilidad, la paz, el medio ambiente, entre otros más, y sobretodo trabajar unidos para que exista la cohesión social.
Pero como si fuera poco, los medios de comunicación nos sorprendieron con el tema de los falsos positivos sobre la erradicación de los sembrados de coca.
Este es un tema de doble moral, pues en un país en el que por más de 50 años el cultivo de coca y el narcotráfico se han combatido a través de acciones como la aspersión que han causado daño a la salud de una parte de los colombianos, la problemática continua, y los gobiernos no han sido capaces de explorar otras alternativas que le traigan dividendos al país, a su economía y a los campesinos.
De ser cierta dicha noticia, no solamente es vergonzoso sino que el país perdió la dignidad ante la comunidad internacional, pues ya no solamente se había rajado en el manejo de la consolidación de los acuerdos de paz, sino que no había respondido al llamado de sus socios internacionales de parar los asesinatos de los líderes sociales y de los reinsertados.
Soy de la opinión de muchos cuando dicen que este gobierno no encuentra un norte ni ha comenzado a gobernar. Lo que se vislumbra es un Estado fallido sin partidos políticos, sin un servicio de salud que funcione dignamente, con una educación de regular calidad, unas regiones sin desarrollo ni infraestructura alguna y sin gobernabilidad.
Para aquellos que de manera equivocada o mal intencionada sostenían que no habría un pronunciamiento de la JEP contra la cúpula de la FARC, hoy esta institución le ha demostrado al país que ejerce justicia y que si la dejan seguir trabajando sin que traten de extinguirla, continuará mostrando los resultados que todos deseamos y que el país requiere para volverle la credibilidad a la institucionalidad y en particular a la justicia y a la democracia.