Parecería ser que en Colombia nos encanta nadar contra la corriente de lo que el mundo requiere e impone para dar solución a problemas fundamentales como el cambio climático, la subsistencia del planeta y de la especie humana, la hambruna y la conservación de los recursos naturales siendo el principal de ellos, el agua.
Mientras los líderes mundiales trabajan en encontrar alternativas para sustituir el petróleo, el gas y el carbón, en Colombia su gobierno insiste en el fracking sin importar su costo medioambiental y sobre todo su incidencia en la aridez de la tierra y en la escasez del agua.
Parece que se nos olvida que las guerras que se avecinan son por alimentos y por agua. La manera tan deportiva con la que realizamos análisis y le damos prioridad a ciertos temas es más que vergonzosa, pues nos hemos acostumbrado a ser inmediatistas, a apagar incendios y no a construir políticas públicas de Estado de largo plazo, integrales, que no solamente posicionen al país en temas medioambientales que es una de las ventajas comparativas que aún tenemos a pesar de toda la destrucción que hemos venido causando en los distintos ecosistemas, y de ser líderes en generación de estrategias y proyectos que se ajusten a las necesidades actuales que el planeta sufre y a nuestra propia idiosincrasia.
Hacer fracking en Colombia solo para que los ingresos del Estado aumenten y la gasolina se conserve barata como lo menciono el director de Ecopetrol, no son razones suficientes ni de peso para justificar la destrucción con el medio ambiente, aumentar el alcance de sismos, temblores, terremotos y acabar con la fertilidad de la tierra, cuando debemos es desarrollar el campo, convertirnos en un país de reserva de alimentos para nosotros y para el mundo.
Casos ya se han visto que a pesar de las distintas bonanzas que el país ha tenido en diferentes momentos de nuestra historia, estas se pierden porque no se realizan inversión social ni en infraestructura, si no es que pasan a formar parte de las arcas de algunos políticos o en escándalos de corrupción.
Mientras el mundo mira más allá de su nariz, nosotros nos damos palmaditas para tratar de convencernos a nosotros mismos de que nuestra mediocridad puede generar frutos.
Lo que debería hacer Ecopetrol es potencializar su responsabilidad medioambiental y social, y empezar a invertir en investigación para sustituir las energías no renovables de Colombia.
Si la empresa quiere aumentar los ingresos del país, tiene el deber moral, social, político y económico para encontrar fuentes de energía alternativa y desarrollarlas.