Para nadie ha sido una sorpresa la conmoción que el general Eduardo Zapateiro ha despertado, con ocasión de sus declaraciones políticas, y con toda la razón.
En un país como Colombia en donde el populismo, los insultos, la desfachatez y la bravuconería son aplaudidos por algunos y son sinónimos equivocados de valentía y de fortaleza, lo cierto es que se debe aprender a respetar nuestras leyes.
Nuestra Constitución Nacional en su artículo Artículo 219 prohíbe tajantemente a la fuerza pública intervenir en actividades o debates de partidos o movimientos políticos, ya que esta institución militar no es deliberante. Así mismo los miembros de la Fuerza Pública no podrán ejercer la función del sufragio mientras permanezcan en servicio activo, entre otros temas.
Lo único cierto es que si el Jefe de Estado que es quien debe dar ejemplo no lo hace, esto envalentona a otros como es el caso del general Zapateiro, con lo cual tanto el Presidente de la República que representa a la rama ejecutiva como las fuerzas militares están debilitando la democracia y el Estado de Derecho.
Hacer insinuaciones insidiosas en cualquier tiempo y más en época electoral por el miedo de que uno de los candidatos pueda ganar, o hacer proselitismo debilitando más la institucionalidad y la gobernabilidad es incentivar la violencia y la polarización algo que no es conveniente.
Las declaraciones del general Zapateiro solo recuerdan lo que las noticias nos han mostrado de los altos funcionarios del ejército en Venezuela, y si seguimos así, vamos a continuar el camino de ese país, y no por Petro ni por el comunismo, sino por el propio establecimiento y por funcionarios irresponsables que aminoran al Estado y a su soberanía.
Vienen a mi mente las declaraciones de este general de fecha 6/02/20 en la revista Semana titulada General Eduardo Zapateiro: «lamentamos mucho la partida de Popeye, somos seres humanos«, por lo que nos deja muchas preguntas y despierta bastantes suspicacias sobre él.
Por el otro lado, se tiene que cambiar el estilo de hacer política y los candidatos deben llamar a la unidad nacional y al respeto por el imperio de la ley. Estamos cansados de ver como se despedazan entre sí y en lugar de fortalecer la institucionalidad la disminuyen aún más.
A su vez el candidato del Pacto Histórico no puede tampoco generalizar a costa de toda una institución las acusaciones que se les han imputado a algunos miembros individuales de la institución armada. En resumen siendo cuales son las circunstancias político sociales y económicas del país, lo recomendable es llamar a la prudencia para no echarle más leña al fuego y generar con ello más violencia.
Para nadie es un secreto que en el país los casos de corrupción son un mal que pulula como la gripe en todos los distintos sectores públicos y las Fuerzas Militares no se escapan de dichos escándalos que los vinculan en algunos presuntos delitos como el narcotráfico y apoyo al paramilitarismo entre otros.
La mejor manera de educar y de enseñar valores es a través del ejemplo y no exacerbando con discursos politiqueros y maniqueístas al pueblo colombiano por un lado, ni a las tropas por el otro, ya que las fuerzas militares están para la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional tal como lo menciona el artículo 217 de la carta magna a todos los colombianos por igual y sin ningún tipo de discriminación.
El respeto es un valor que se exige y que el establecimiento debe brindar a todos los colombianos por igual. Tanto las Fuerzas Militares como los políticos y los ciudadanos en general deben ser tolerantes, respetuosos e incluyentes a fin de garantizar la convivencia pacífica.
Debemos acabar con lo que algunos llaman la economía política del odio que tomando las palabras del padre Leonel Narváez es vender odio para ganar votos.