No deja de asombrarme el hecho de que haya ocupado muchas páginas de los diversos medios de comunicación la noticia relacionada con los recientes viajes protocolarios realizados por la Primera Dama de la Nación Verónica Alcocer al Reino Unido, al Japón y haya acompañado al Primer Mandatario a New York.
Si mal no recuerdo la Primera Dama de México vino a la toma de posesión del Presidente Petro en representación de su esposo, y en México no se produjo ningún escándalo por ese hecho.
A mi entender no es la primera vez que una Primera Dama en Colombia realiza esta clase de encargos protocolarios como otras actividades en representación de su esposo en calidad de Presidente de la República.
Según las noticias de prensa la señora Alcocer no ha utilizado el avión presidencial para ninguna de sus actividades personales ni protocolarias como si lo hizo la esposa del entonces presidente Duque María Juliana Ruiz.
Recordemos que la Sra. Ruiz de Duque utilizó dicho avión para asistir al cumpleaños de una de las hijas del mandatario en el Parque Panaca, en el departamento del Quindío. Según la versión dada por Caracol radio el 7 de febrero del 2020, la Primera Dama iba con sus tres hijos a bordo junto con un grupo de menores en compañía de sus respectivas madres. Esta situación, para ser honestos, si era un abuso y una violación a la normatividad en torno al uso de los bienes públicos.
Así mismo la revista Semana de fecha 1 de octubre menciona que la Sra. Alcocer no ha reclamado los viáticos de $63 millones que fueron autorizados por medio de un decreto que firmó el canciller Álvaro Leyva para el viaje a Japón, bajo la figura de embajadora de misión especial. Por lo que me pregunto si vale la pena tanto escándalo por nada.
Lo más absurdo es que hagan toda una gritería y bulling porque la Primera Dama compró un bluyín costoso en una tienda exclusiva de Nueva York; como si las esposas de los banqueros, ex primeras damas, y otras personas que cuentan con los recursos para darse esos gustos no los hubieran dado en algún momento. ¿Cuál es el pecado? ¿No es esto meterse en el rancho ajeno?
Hay cosas más importantes que reclaman la atención de todos los colombianos como nación que estar generando este tipo algarabía y de persecución injusta. No es positivo para Colombia y para la sociedad civil que se sigan generando odios y perjudicando el buen nombre de otras personas simplemente porque no se piensa igual o porque se pertenece a una minoría o a otro grupo étnico distinto.
Requerimos de unión, de respeto para con el otro, de tal manera que podamos entendernos en medio de las diferencias.
Por otra parte me pareció muy oportuno lo dicho por el expresidente Uribe en la reunión que sostuvo con el Primer Mandatario para que haya respeto y para que no se siga estigmatizando ni al presidente de la República ni a él mismo. Esto es rescatable y un mensaje para todos, pues es una manera de ir construyendo la paz, la inclusión y la reconciliación que tanto necesitamos.
Los odios dividen y generan más violencia. El país debe estar por encima de cualquier ideología, credo, raza o condición socioeconómica.
Se debe dar el beneficio de la duda y de la buena fe a un gobierno que está comenzando y sin importar su partido. Todo aporte constructivo en medio de las diferencias ideológicas será bienvenido, pues es entre todos que debemos reconstruir al país y conducirlo por la senda del desarrollo y la paz.