Entre los grandes retos que traerá el postconflicto, el retiro de los soldados rasos determinará en buena medida la consolidación de la paz en Colombia. El tema merece priorizarse en políticas integrales para lograrlo.
Entre 2016 y 2017, alrededor de 3.600 soldados rasos del Ejército colombiano entran en proceso de retiro. Reclutados entre 1998 y 1999 hacen parte de la época del Plan Colombia y los años de la Política de Seguridad Democrática, periodos sin precedentes en términos de reclutamiento masivo e inversión para las FFMM. Veinte años después, parece que la institucionalidad no estaba preparada para atender a esta cantidad de soldados.
Actualmente el “Programa de Preparación para el retiro de Soldados Profesionales” ofrece capacitación por un año para aquellos soldados que cumplan con las condiciones para obtener una certificación titulada, sea como auxiliares u operadores, técnicos o tecnólogos. Estas posibilidades están supeditadas no sólo a la capacidad del SENA y las ofertas que existan en las regionales, sino también a las habilidades de los soldados. Algunos tienen dificultades de lectoescritura, no terminaron la primaria o el bachillerato y tendrán que hacer uso de ese año para completar estos estudios, lo cuál resulta insuficiente a la hora de salir al mercado laboral.
A lo anterior, vale la pena agregarle dos factores: por un lado, durante su servicio como soldados profesionales, recibían un sueldo promedio de $1,200,000, al retirarse recibirán entre $700.000 y $800.000. Una fuente periodística publicó el año pasado una noticia sobre el tráfico de pensiones en las FFMM, revelando que el desfalco supera los 25.000 millones de pesos http://app.eltiempo.com/politica/justicia/cartel-de-pensiones-en-fuerzas-militares/15626155. No obstante, lo más probable es que quienes logran recurrir a estas acciones, tienen el dinero para hacerlo y por tanto serán pocos los soldados rasos que logren acudir a estas estrategias.
Por otro lado, no tenemos suficientes datos de los efectos psicológicos causados por la guerra en los soldados rasos, ni iniciativas institucionales que los traten. De hecho, desconocemos si existe una base de datos de Ministerio de Defensa en la que se tenga seguimiento de todos los soldados retirados alrededor del país.
Los programas de veteranos de guerra en otras partes del mundo sugieren lo importante que es hacer seguimiento y atención a los veteranos, pues estos muestran mayores predisposiciones a desarrollar actos violentos cuando dejan las armas y cambian su status de combatientes a civiles (Bayer, Klasen, y Adam, 2007; Vinck, Pham, Stover, y Weinstein, 2007). Algunos estudios evidencian que los efectos de la guerra y la exposición a actos de violencia atroces perduran en el tiempo, causando problemas de adaptación a la vida civil (Dohrenwend, 2006; Seal, Bertenthal D, Miner, Sen S, Marmar C, 2007), datos recolectados para el caso colombiano reafirman estos hallazgos (Jiménez, W. 2009).
Según una reunión realizada hace algunas semanas existen aproximadamente 150 organizaciones independientes de soldados retirados, entre estas ACORE la cuál representa a oficiales y suboficiales. El encuentro evidenció la incapacidad de coordinación entre organizaciones y la ausencia de liderazgo por parte del Ministerio y El Ejercito, en lo que respecta a las necesidades de los retirados de las Fuerzas Militares.
Esta falta de coordinación y atención, especialmente hacia a los soldados rasos de las FFMM deja grandes preocupaciones. Una de ellas el riesgo de la estabilidad de un eventual escenario de post conflicto. La potencial inconformidad de la actual política para soldados rasos en proceso de retiro puede ocasionar que estos hombres, entrenados para la guerra y que llevan veinte años de experiencia, consideren atractivo participar en Bandas Criminales o conformar grupos al margen de la ley.
Tal y como me dijo alguna vez un soldado en proceso de retiro: “Si tuve que disparar de aquí para allá, también puedo disparar de allá para acá”.
Referencias:
Bayer, C. P., Klasen, F., & Adam, H. (2007). Association of trauma and PTSD symptoms with openness to reconciliation and feelings of revenge among former Ugandan and Congolese child soldiers. Journal of the American Medical Association, 298, 555–559.
Dohrenwend BP, Turner JB, Turse NA, Adams BG, Koenen KC, Marshall R. The psychological risks of Vietnam for US veterans: a revisit with new data and methods. Science. 2006;313:979-982.
Jiménez, W. (2009). Salud mental en el posconflicto colombiano. Revista Criminalidad, 51, 179-192.
Seal KH, Bertenthal D, Miner CR, Sen S, Marmar C. Bringing the War Back HomeMental Health Disorders Among 103 788 US Veterans Returning From Iraq and Afghanistan Seen at Department of Veterans Affairs Facilities. Arch Intern Med. 2007;167(5):476-482. doi:10.1001/archinte.167.5.476
Vinck P, Pham PN, Weinstein HM, Stover E. Exposure to War Crimes and its Implications for Peace Building in Northern Uganda. Journal of the American Medical Association (JAMA) 2007; 298 (5): 543-554. doi:10.1001/jama.298.5.543