Existe una gran admiración y respeto de las bases del partido Liberal para con Horacio Serpa Uribe. Lo consideran su vocero natural. Hay una gran cercanía entre quien ha representado a la colectividad en los más diversos escenarios y episodios del quehacer político y administrativo y la gente del común, que acoge como suyos los postulados del liberalismo.
Serpa es recibido con inmenso cariño por los viejos militantes en todos los rincones del país, aquellos que recitan de memoria las proclamas de Gaitán. En torno suyo se congregan también la juventud roja, las organizaciones de mujeres, los concejales y diputados, que entienden que él ha liderado profundos cambios en el Partido, que ha modernizado el discurso político, que ha abierto espacios de participación y que lo ha internacionalizado en el marco de la socialdemocracia.
Gracias a la tranquilidad y claridad con que Serpa asumió la codirección del Partido y al respeto que les ofreció a los representantes y senadores, fue posible construir confianza en el trabajo interno y coherencia en los debates de control político.
Además, su prestigio fue determinante para que las relaciones entre la colectividad y el presidente Santos se tornaran transparentes y efectivas, permitiéndole al liberalismo participar con sus políticas en la gestión de gobierno y ayudar, ante todo, a construir los principios fundamentales de la inserción de las FARC a la vida política, y a respaldar las herramientas para que este proceso de paz sea sostenible.
Serpa le entrega a la militancia un Partido en una excelente posición. El liberalismo es el que tiene mayor reconocimiento en las encuestas; cuenta con cuatro aspirantes a la presidencia de la república, que acogieron las reglas de juego en el Congreso Liberal de la semana pasada; es la organización mayoritaria en la Cámara de Representantes; fue la que obtuvo el más alto número de concejales en Colombia y lideró los más resonantes triunfos en las elecciones locales de alcaldes, gobernadores y diputados en 2015.
Ahora que hay un nuevo timonel del Partido, es apenas justo darle las gracias a Horacio Serpa, jefe de las bases del liberalismo colombiano, por los servicios como orientador de la colectividad. Por fortuna lo tendremos otros cuatro años en el Senado, acompañando los esfuerzos por lograr que la paz de Colombia sea una realidad sostenible y duradera.