Afuera no nos están esperando

Opinión Por

En varios escenarios he manifestado que las condiciones de posibilidad para el desarrollo de país, a partir del proceso de desarticulación del conflicto armado, están en el poder transformador y la magia transformadora de la educación, la ciencia, la tecnología y la innovación. Muchos países se han dado cuenta de ello y han decido dejar atrás la guerra, la violencia y la torpeza e idiotez de asesinarse entre sí, para dar un paso adelante de la mano de la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación, la autodisciplina y el amor propio.  

Suelo hablar del caso de Ruanda, un país pequeño (26.000 km2) con 12 millones de habitantes; allí, en la década del 80 las tribus hutus y tutsi se mataron mutuamente. Las cifras oficiales reportan que más de un millón de personas murieron “a punta” de machetes (adquiridos por 10 centavos de dólar) y martillo. No obstante su historia trágica, este país ha dado el paso adelante mediante la educación, la ciencia, la tecnología y la innovación. Hoy Ruanda es, dos décadas después, el país más seguro del continente africano, el quinto a nivel mundial (según el informe Gallup 2015) y uno de los más promisorios desde el punto de vista económico. Ya se habla del café, la electricidad y los productos manufacturados de Ruanda.

Sin duda alguna, Colombia tiene muchas más posibilidades de acceder al desarrollo porque la guerra y la violencia están llegando a su fin. La reflexión ahora es que no podemos retrasar más nuestro desarrollo porque afuera no nos están esperando. El tiempo que se demoró Ruanda para superar el rastro del genocidio, es casi el mismo que ha transcurrido desde que la Comisión de Sabios se reuniera y enviara una señal al gobierno y a los colombianos respecto a la necesidad de superar el rezago de la producción científica y orientar buena parte de los esfuerzos de la institucionalidad, la academia y la empresa privada, a la investigación por la vía de la creatividad y la innovación.

Reitero, en el mundo no nos están esperando. Mientras el año pasado en Colombia se adquirieron 99 patentes, Estados Unidos (país en el mundo con más productos científicos) adquirió 56.595; es decir que mientras en Colombia adquirimos en promedio una patente cada tres días, en otros países se adquieren alrededor de seis patentes por hora. Si nosotros no inventamos, no innovamos y no creamos, otros países si lo van a hacer. A eso me refiero cuando digo que “Afuera no nos están esperando”

Ahora bien, no quiero sonar despectivo o desesperanzador en un escenario tan importante como lo es la ciencia; trato más bien de llamar la atención para transformar la realidad. Tenemos con qué hacerlo, miremos un ejemplo: Colombia tiene un capital de conocimiento increíble; se dice que alrededor de 1.700 patentes en los últimos años han sido producidas por científicos colombianos, pero éstas quedan registradas a nombre de aquellos países en donde ellos se encuentran produciendo conocimiento. Esos colombianos son los llamados “cerebros fugados” y hacen parte de lo que en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) denominan “los del frente” con lo cual hacen referencia a aquellos profesionales y científicos que migran a otros países porque allí reciben un trato diferencial y un mayor reconocimiento.

No podemos dejar escapar nuestro conocimiento, lo necesitamos para trasformar nuestra riqueza, que es mucha, pero que no es explotada. Un amigo investigador me decía:”Iván, ustedes por qué no nos regalan medio mar, ustedes tienen dos mares y no se han dado cuenta”. Para finalizar, me gustaría destacar que tenemos un enorme reto: explotar no solo nuestra riqueza, sino la vocación innovadora de los colombianos. Nuestro país tiene mayores y mejores recursos naturales que países desarrollados, pero lo que le permitirá convertirse en uno de ellos será el conocimiento que logre transferir a sus recursos naturales para generar productos con valor agregado; ese se constituye en el elemento diferenciador que le permitirá ser competitivo frente a otros mercados.

Abogado de la Universidad de Medellín. Con una especialización en Derecho Empresarial de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Fue asesor de la Gobernación de Antioquia, y Personero Delegado en Derechos Humanos ante la Fiscalía de Medellín, actualmente es Senador de la República.