Richard Thaler, profesor de la Universidad de Chicago, Estados Unidos, fue galardonado hace pocos días con el prestigioso Premio Nobel de Economía. Sus teorías sobre el comportamiento del consumidor lo ubican, hoy, en la cumbre de la escena académica. Sus libros gozan de amplia popularidad y son considerados verdaderos best seller desde mucho antes de este reconocimiento. Nudge (Empujar, en español) es su obra más relevante hasta el momento y está colmada de enseñanzas para el universo de lo público.
Para entender a Thaler, necesitamos explorar sus argumentos imbatibles. Las teorías y conceptos económicos han sido construidos sin tener en cuenta la psicología y su incidencia en el comportamiento humano. En la búsqueda de simplificar el accionar de los individuos, los estudiosos de los mercados y las finanzas asumieron que por ser racional –nada más lejano de esa realidad– hay tres factores que, según el nobel, guían la conducta de los consumidores: uno, su racionalidad limitada; dos, su subjetiva percepción de la justicia; y tres, sus escasos mecanismos de autocontrol.
Dentro de los términos acuñados por Thaler, sobresale el de “efecto propiedad”, el cual demuestra que los hombres le otorgamos mayor valor a los objetos que poseemos que a los ajenos. Así comprueba cómo los sesgos condicionan al individuo y su comportamiento ante los mercados. Es, prácticamente, como si el ser humano sí le pusiera marca al dinero. Un mismo elemento puede valer más o menos según las circunstancias.
Todos estos aprendizajes para comprender mejor el comportamiento del consumidor en el interior de la sociedad conducen también a enseñanzas en lo público, pues, como bien lo señala Thaler, el ciudadano ante el gobierno tiene una conducta similar –por no afirmar que idéntica– a la que asume ante cualquier situación de compra y venta en su mundo privado. Es por eso que sus trabajos son considerados de gran impacto, en especial, en Estados Unidos y en Reino Unido donde ha inspirado la reinvención de políticas públicas a partir de lo que él denomina “paternalismo libertario”.
¿De qué se trata? En Nudge señala que los gobiernos, desde su posición privilegiada, deben dar pequeños “empujones” para que el ciudadano se vea inclinado –no forzado– a tomar decisiones. En Inglaterra, por ejemplo, basados en esta teoría lograron aumentar el pago de las multas automovilísticas, debido a que las autoridades de tránsito comprobaron que, si la factura de la infracción iba acompañada de una foto del vehículo, el contribuyente se inclinaría más a cancelarla; tendría un incentivo psicológico extra. Asimismo, desde el 2015, el expresidente de EE.UU., Barack Obama, mencionaba en sus discursos la importancia de tener en cuenta la teoría del “paternalismo libertario” a la hora de estructurar las políticas pensionales.
Los hacedores de políticas públicas constantemente enfrentamos escenarios de toma de decisión y, como lo explica Thaler, las nuestras afectan a una multiplicidad de actores profundamente mayor que en la esfera privada. También somos consumidores quienes decidimos cómo gastar los presupuestos públicos. En la medida que entendamos mejor nuestras conductas y las de los ciudadanos, de seguro construiremos políticas más eficientes y cercanas a la realidad.