Los pequeños comerciantes dedicados a atender con amor y orgullo sus establecimientos, hoy padecen una dura realidad económica debido a muchos factores que están afectando de manera directa su calidad de vida.
Según Juan Ernesto Parra, director del programa “FenalTiendas” de la Federación Nacional de Comerciantes –FENALCO-, hoy en Colombia existen 719 mil establecimientos de pequeños comercios, que incluyen por supuesto a panaderías y peluquerías. Pero, de esta cifra 215 mil corresponden a tiendas urbanas y 268 mil a tiendas rurales.
Estos compatriotas que madrugan a abrir sus negocios y que trabajan en muchos casos hasta las 9 o 10 de la noche han visto cómo sus establecimientos han ido desmejorando en sus ingresos financieros.
Lo primero que hay que señalar es que la entrada en vigencia de nuevas normas como la Reforma Tributaria y el Código de Policía y Convivencia ha impactado de manera negativa el oficio del tendero.
De acuerdo a cifras entregadas por FENALCO, uno de cada tres tenderos en Colombia no vende más de $150 mil diarios y uno de cada tres no vende más de $300 mil al día. Pero un dato más crítico, el 70% de estos pequeños comerciantes no reciben más de un salario mínimo mensual integral, es decir que sus ganancias durante un mes no supera el millón de pesos, lo que hace que la labor del tendero sea una actividad de mera supervivencia.
Muchos de ellos son verdaderos héroes que con grandes esfuerzos y con las paupérrimas ganancias logran brindarles a sus hijos educación superior y sostener a toda una familia.
El oficio del tendero es vender góticas, ellos porcionan los alimentos para que muchas familias puedan adquirirlos, ellos están donde las grandes superficies no llegan, ellos fían, ellos son amigos de sus vecinos, pero el panorama interior que viven no es nada alentador.
Otra factor que se convirtió en amenaza y no en aliado fue la entrada en vigencia del Código de Policía y Convivencia, esta norma establece a los Policías nueve líneas de acción, sin embargo hoy en la mayoría de los casos se aplica es la intimidación, lo que está generando una separación entre el pequeño tendero y su autoridad.
Dijéramos entonces que las autoridades están entendiendo el Código como algo para demostrar su fuerza y poder, pero realmente no como una norma que permita la retroalimentación armónica de las partes. Sin duda, esto para nada es positivo.
El Código de Policía está siendo mal interpretado y mal aplicado en los municipios, por ejemplo recientemente estuve en Sogamoso y las quejas de los comerciantes al respecto son múltiples, además tienen que lidiar con elevados impuestos locales, la tasa bomberil, industria y comercio, tableros, SAYCO y ACIMPRO y por si fuera poco la certificación de salud ocupacional.
Otros factores que son preocupantes para este sector de la economía nacional es la inseguridad, pues muchas tiendas de barrios son víctimas de los delincuentes que las acechan, así mismo la entrada de nuevos actores al mercado como las tiendas de cadena que ofertan productos a precios bajos y los almacenes de grandes superficies, desplazan al consumidor de la tienda de barrio hacia esos nuevos espacios, generando más crisis para estos pequeños comerciantes que contra viento y marean dan la “pelea” para subsistir en medio de las tormentas.
Se necesita entonces una verdadera política integral del Gobierno que les tienda la mano, que los apoye con recursos para las Mipymes, que le genere incentivos al pequeño empresario colombiano, que la normatividad no esté en constante cambio y también que haya una legislación que los ayude.
Todo esto tiene hoy en jaque a los pequeños tenderos del país, un negocio que cambia y rota constantemente entre el 15 y el 20% anual, y que ayuda, sin duda a dinamizar la economía. Impedir que estos colombianos, como Juan, Anita, María y otros miles de tenderos sigan siendo las nuevas víctimas del sistema es tarea del Gobierno nacional.