La decisión judicial que ordena a la Alcaldía de Bogotá, cambiar su eslogan a: “Bogotá mejor para todos… y todas”, es parte de un debate de aquello que vienen a vender como “lenguaje incluyente”, y afirman que debemos desdoblar el sustantivo en su forma masculina y femenina, es decir, niños y niñas, campesinos y campesinas, odontólogos y odontólogas, etc.. en una lista interminable que en mi opinión, aunque tiene una intención “noble”, usa unos medios inadecuados, y presenta una discusión a todas luces absurda.
Primero, si nos quedamos estrictamente en el lenguaje e intentamos decir que usar el masculino y femenino en toda ocasión, es ante todo incluyente, desconocemos como lo han recordado columnista como Héctor Abad que: “El género es una categoría gramatical que no tiene nada que ver con el sexo”.
En otras palabras, no tiene sentido en nuestra lengua decir que existe discriminación por el hecho de usar el género masculino al referirse a un número plural de personas. La palabra misma “personas” es de género femenino, como muchas otras palabras de nuestra lengua, y no por eso las denominamos como discriminación. Incluso en otras lenguas existen muchos otros géneros gramaticales, como el de cosa animada o inanimada, neutro, animal, entre otros.
Segundo, como lo ha dicho la Real Academia de la Lengua (que considero en esta situación aclara perfectamente lo que pasa), el propósito mismo de este uso de nuestro idioma, es el principio de economía del lenguaje, es decir, procurar simplificar o acortar la información que transmitimos. Se imaginan un mundo donde los titulares de noticias sean: Médicos y médicas están preocupados por el consumo de licor en niños y niñas o algo como campesinos y campesinas se ven afectados por decisión de funcionarios y funcionarias del Ministerio de Agricultura… etc.
Tercero, quizás aún más importante, la búsqueda de tan ridículo y feo uso de nuestra lengua, poco o nada hace en la creación de una cultura contra el machismo, que propenda por la equidad de género en todos los niveles, que genere una reflexión alrededor del papel de las mujeres, por ejemplo, entendiendo la tarea de equilibrar los salarios que devengan con relación a los hombres, entre otras tantas desigualdades.
El simple hecho de entrar en este debate, me parece que desvía la atención de los realmente serios alrededor del papel de la mujer en el Estado, o de la forma cómo se califica su liderazgo cuando son ellas quienes gobiernan o son candidatas a un cargo, sin lugar a dudas, algo que no debe girar simplemente alrededor del lenguaje, sino por ejemplo, de si Bogotá realmente es mejor para TODOS, o si el eslogan (como siempre parece indicar) le queda demasiado grande a la actual Alcaldía.