El 2018 es un año crucial para Colombia. El próximo 11 de marzo se elige nuevo Congreso, y el 27 de mayo se elige presidente de la República. Ya con un proceso de paz superado, en etapa de postconflicto y con una agenda puesta en nuevos temas como la lucha anticorrupción, a los partidos tradicionales no les queda otro camino que actuar con inteligencia frente al nuevo panorama político. Un partido Liberal con ideas renovadas puede darle nuevas luces a quienes “ya no quieren más de lo mismo”.
Desde 1998, hace ya 20 años, que no llegamos a la presidencia de la República, pero aún así, el partido Liberal ha logrado mantenerse a flote en una democracia donde brotan por montones nuevos partidos de garaje. La constancia y una lucha de casi 170 años de historia dan la experiencia para ofrecer gobernantes con pensamientos coherentes y la suficiente inteligencia para liderar un país carente de soluciones.
El partido Liberal tiene la oportunidad de ser protagonista en estas elecciones, a través de ideas que siempre han marcado nuestro pensar: “los abanderados de las causas justas y los proyectos de ley que le darán a todos y cada uno de nuestros ciudadanos, un futuro estable y digno en salud, trabajo, seguridad y educación” un país que represente el interés de todos, no de unos cuantos, creyendo fielmente que en “la unidad se hacen más fuertes las propuestas”.
Estos principios liberales no se pueden quedar sólo en palabras porque se convierten en demagogia que le resta cada vez más credibilidad al liberalismo. Por encima de las diferencias internas, está el interés general que reclama soluciones. Hoy deben prevalecer los valores y luchas que un día nos mantuvieron unidos. Sólo así podremos recuperar el prestigio de ser el partido más importante del país.
No es momento para pisotearse entre candidatos, menos de una misma colectividad. Acá la lucha es con ideas. No podemos ser un partido que se pelea por puestos burocráticos, si en cambio una fuerza política que de verdad representa los intereses de la gente, y la única manera de lograrlo es permanecer unidos en estas elecciones.
Muchos políticos que hoy aspiran o tienen el poder de gobernar, fueron militantes del partido Liberal y lo utilizaron como “escampadero”, por fortuna ya no están, pero esa depuración debe seguir para que en el liberalismo sólo queden quienes realmente están regidos por unos principios establecidos.
Dejemos atrás las peleas políticas internas, miremos para adelante como liberales, seamos una opción real para la gente y llevémosles esa esperanza que tanto promulgamos en nuestros discursos. Tenemos a un gran candidato como Humberto de la Calle, elegido democráticamente como es tradición del partido Liberal.
Tenemos la oportunidad de mostrarle a la gente un nuevo país que ya no se rige por la guerra y al que ahora sí se le abren las puertas del progreso; es hora de unirnos porque estoy convencido que podemos ser nuevamente la primera fuerza electoral de Colombia.