Creo que la pobreza es la principal causa de muchos de nuestros males como sociedad. Ella está alimentada por la enorme desigualdad que existe entre unos pocos que más tienen y otros muchos que no tienen nada.
Somos un país enormemente inequitativo, de acuerdo con un informe del Banco Mundial, entre las 14 naciones más desiguales a nivel global figuran Honduras (6), Colombia (7), Brasil (8), Guatemala (9), Panamá (10) y Chile (14). Pero Colombia, es el segundo país más desigual, luego de Honduras en América Latina.
El reconocido economista Thomas Piketty, cuando vino a Colombia afirmó que el 20 por ciento del ingreso del país está en manos del 1 por ciento de la población, peor que en Estados Unidos.
Pero más allá de estas cifras, la pobreza restringe oportunidades que se evidencian desde el mismo momento de nacer y se hace más alarmante a lo largo de la vida.
La dificultad empieza en alimentar debidamente a los hijos y ahí en la primera infancia se marca una gran distancia, porque es en esta etapa de la vida donde se construye la base intelectual de una persona, según la dra. María Rosa Ramos: “Un niño mal alimentado puede presentar desnutrición, anemia, obesidad, problemas de aprendizaje y de conducta.”
Me pregunto entonces: ¿cuál será el futuro de los niños de la Guajira y el Chocó que presentan altos niveles de desnutrición, incluso cifras de muertos por hambre?
Estoy convencido que donde más se marcan diferencias y se vuelven infranqueables las distancias, es en la educación. La posibilidad de acceder a ella y la calidad de la misma, marcan definitivamente el destino de una persona y de una sociedad.
Los países más ricos no son los que tienen más recursos naturales, son los países más educados. Los países donde el ingreso es más equitativo y las oportunidades más democráticas.
Sin duda la pobreza es la principal vitamina para muchos nuestros males: la delincuencia, el narcotráfico, la violencia, la prostitución.
Tenemos que ser conscientes que esa desigualdad nos toca a todos, el país ha tenido que pagar un precio muy alto por una guerra de más de cincuenta años que se argumentó en las injusticias y desigualdades sociales. Hoy nuestros barrios están azotados por la inseguridad, en muchos sectores bandas delincuenciales se han apropiado de los mismos.
Yo estoy convencido que trabajar por construir una sociedad más equitativa a través de la educación, el trabajo, mejores ingresos es un buen negocio para el país. Tendríamos que pagar menos en seguridad, en violencia, construiríamos unas instituciones más sólidas y un Estado que garantice la efectividad de la justicia.
Hay que construir una sociedad menos individualista, más colectiva y ser consciente que la realidad del otro, la pobreza de otro, nos toca a todos y no podemos ser indiferentes.