Hay un tema que llama la atención en esta fase de la campaña presidencial: los resultados de las encuestas de preferencia electoral. Unas andan poniéndole números altísimos a Iván Duque, tratando de crear una masiva movilización en favor de que el nuevo Presidente se elija en primera vuelta y para ello ya hay encuestadoras que muestran al candidato “uribista” con casi 46% de intención de voto. Otras han aterrizado las cifras y aseguran que Duque tiene ventaja, pero no tanta, y que es muy probable que haya una segunda vuelta en la elección presidencial.
Pero en lo que definitivamente sí hay acuerdo entre las diferentes firmas encuestadoras, es en que Germán Vargas Lleras está siendo castigado por los electores, que tienen de él una imagen negativa, que supera a la positiva.
Vargas era el candidato con mayores opciones de llegar a la Presidencia en 2018. Nadie dudaba de ello y por eso, él empezó a ser el foco de las críticas y los ataques de los otros aspirantes. Pero la ocurrencia del “coscorrón” a uno de sus escoltas, fue el detonante de su rápida caída en las encuestas. A lo que se sumó la opinión casi invariable de que es “petulante” y “arrogante”.
Otro hecho que prácticamente lo enterró, fue salir a criticar al gobierno Santos, que lo acogió durante siete años, por lo que fue calificado como poco confiable, desleal y oportunista. A esto se agrega que trató de convencer a la opinión pública de que él no era el Jefe de Cambio Radical, un partido lleno de politiqueros regionales y de apellidos altamente cuestionados por temas de corrupción, y que acudiría a la recolección de firmas (la mitad de ellas fueron anuladas por la autoridad electoral) para inscribirse como candidato a nombre de un movimiento social, cuyo financiamiento nunca explicó.
El castigo que le están propinando a Vargas Lleras en los resultados de las encuestas en todas las regiones del país, ha sido interpretado como una lección que le debe servir al ex vicepresidente, para que entienda que no puede tratar al electorado, a los funcionarios públicos y a los periodistas con su tradicional irrespeto y desdén.
Lo están humillando ante todo el país. Las encuestas lo están poniendo a pelear con el margen de error y a que compita en los últimos lugares con Piedad Córdoba y Vivian Morales.
Sin duda, Germán Vargas es un trabajador incansable. Es un funcionario comprometido con lograr resultados. Pero sus métodos son poco ortodoxos, lo cual lo lleva a maltratar a las personas. Así ocurrió con la gobernadora del Meta; con centenares de alcaldes de pequeños municipios a quienes regañaba en público; con altos funcionarios del Estado; con comunicadores a quienes dejaba plantados; y con líderes sociales de base a quienes menospreciaba.
Dios no está castigando a Vargas Lleras ni con palo ni con rejo, sino con encuestas donde sale muy mal librado.