Lo que será el proyecto eléctrico más grande del país concebido hace más de cinco décadas y cuya ejecución empezó hace ya ocho años como un sueño de la empresa privada y de unos pocos poderosos, hoy presenta otra realidad.
Hidroituango se desploma como las grandes montañas adyacentes al imponente río Cauca que se resisten a ser inundadas en una represa que abarcaría 220 metros de altura y un embalse que coparía 70 kilómetros de largo, con capacidad para contener hasta 2.720 millones de metros cúbicos de agua.
Los expertos que diseñaron el megaproyecto fallaron en sus cálculos, el proceso ha tenido grandes falencias, poca concertación con las comunidades afectadas de la zona y ni qué decir de las graves consecuencias ecológicas y medio ambientales. Hay decenas de familias desplazadas y mucha resistencia por parte de organizaciones sociales que se oponen al proyecto.
El amo y señor de la obra es Empresas Públicas de Medellín –EPM-, que según las comunidades de la zona se convirtió en la última palabra, campesinos denuncian que el nuevo Estado con sus tres ramas del poder público se llama EPM y esa “suplantación” -dicen ellos-, hace imposible que hayan garantías de Derechos Humanos, ambientales, económicos, políticos y sociales. Lo que sin duda se convierte en un hecho ¡bastante grave!
Lo sucedido en Hidroituango es la segunda tragedia provocada por una hidroeléctrica, el país recuerda hace cerca de tres años cuando por poco hay un nuevo apagón por cuenta de un incendio en la hidroeléctrica de Guatape (también en Antioquia) que produjo directamente afectaciones en las centrales de San Carlos y Playas.
Se reclama entonces más presencia de los organismos de control que ayuden a ser veedores y garantes de los derechos de las gentes que son afectadas por este mega proyecto, pero por supuesto, que también hace falta responsabilidad social empresarial de EPM que al parecer sigue siendo nula con las comunidades afectadas.
Nadie hasta el momento ha escuchado el clamor de los ciudadanos, se denuncia que han perdido seres queridos que hasta hoy no aparecen y nadie les da respuesta, al igual que muchos bienes materiales de humildes familias campesinas y lo más delicado, se han producido asesinatos de líderes sociales en la zona.
Pero si la tragedia social ha sido inmensa, ni que decir de la tragedia ambiental. Muchas especies de animales han tenido que abandonar el bosque para salvar sus vidas, miles de árboles talados, de los cuales muchos corren por las turbias aguas del río Cauca generando otra dificultad más.
Hace algunos días otro problema se presentó en Hidroituango, grandes derrumbes pusieron en riesgo la millonaria inversión del megaproyecto, la empresa afirmó en un escrito enviado a la Procuraduría General que “tal situación, presentada desde el día 28 de abril de 2018, fue generada a causa de una condición geológica que ocasionó el desprendimiento de roca y tierra”; situación está que dicen los campesinos no es del todo cierta, teniendo en cuenta que históricamente ese territorio es zona de falla geológica.
Semejante situación generó que EPM tomara la decisión de inundar el cuarto de máquinas para mitigar el grave daño que podría formar –incluso- una gran avalancha aguas abajo del río Cauca.
Quedará entonces el país sometido en el corto tiempo a la potencia energética antioqueña que quiere llegar a dominar el 70% de la capacidad total energética de Colombia, basada únicamente en el componente económico de utilidades y ganancias sin importar el componente social y ambiental que en muchos casos queda en el olvido esperando una compensación que en la mayoría de los casos se queda corta, como se ha visto en otras regiones, como el Huila y el caso de El Quimbo. ¡En Antioquia no cabe un proyecto hidroeléctrico más, están generando energía a costo de la vida de la gente!
Y es que Antioquia sí que le bota corriente a este tema, saben que quien domina la producción energética tiene garantizado su desarrollo, no obstante aspiran seguir dominando el mercado nacional, pues su capacidad hidroeléctrica de toda la región es de 5.585 megavatios, muy superior a la del centro del país considerada en 2.939 megavatios.
El Grupo EPM tiene 25 centrales de generación hidroeléctrica en el departamento que suman una capacidad instalada de 2.836 megavatios, siendo Porce III la central con mayor generación.
También Isagén es un actor importante en Antioquia, sus tres generadoras: San Carlos, que es la central de mayor capacidad instalada del país con 1.240 MW y que tiene la infraestructura necesaria para instalar otras dos unidades adicionales; Jaguas, central que produce 170 Megavatios y Calderas, con una capacidad instalada de 26 Megavatios.
Por lo pronto Hidroituango, el principal proyecto energético que tendrá el país en el corto plazo, seguirá esperando ver la luz al final del túnel.