-A propósito de la columna del periódico El Colombiano, escrita por la Dra. Rocío Arango Giraldo-
Debo decir para iniciar este texto que me da mucha alegría leer la columna de la Dra. Rocío Arango, en torno a la creación del MinCTI, porque entiendo y comparto su tesis respecto a que “la verdadera victoria está en considerar un apoyo real en términos de presupuesto y de talento humano»; y digo que me alegra porque es por esa razón: el presupuesto y el talento humano, que estoy buscando la creación del MinCTI.
En distintos espacios he reiterado que a Colciencias le han hecho matoneo, porque -entre muchas otras razones- el presupuesto que le han asignado durante los últimos años es nimio frente a lo que se necesita para afrontar los verdaderos desafíos que comporta avanzar por la senda de la ciencia, la tecnología y la innovación, en un país que pide mejores condiciones para acceder al bienestar y al desarrollo. Un asunto adicional es que la propuesta de un Ministerio no comporta una apuesta burocrática fundamentalmente, se trata de una orientación que nos vienen dando los países que han tomado el riesgo de implementar con él una verdadera plataforma, en términos de gobernanza, que permita «unir los puntos» – en términos de Steve Jobs – o crear sinergias, en torno a un Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que articule al gobierno, la academia, la empresa privada y la ciudadanía, entorno a un propósito común.
Mariana Mazzucato en su libro «El Estado Emprendedor» defiende la tesis según la cual un Estado debe asumir riesgos porque sólo de ese modo puede alcanzar el desarrollo. De tal suerte que el MinCTI representa para Colombia esa oportunidad de configurar una expectativa cierta y una razón operante de avanzar en esa dirección. Muchos países lo han hecho, después de superar sus diferencias y la estupidez e idiotez de matarse mutuamente, dieron el paso adelante de mano de la ciencia, la tecnología y la innovación, pero ante todo de la disciplina y el amor propio; sobretodo, aquellos que se la jugaron por un Ministerio de estas calidades.
No podemos pretender que un gobierno piense en mejorar el presupuesto y el recurso humano si operar del modo como Colciencias lo hace al día de hoy. No olvidemos que Colciencias ya fue un fondo, luego se convirtió en un instituto y ahora es un departamento administrativo. Para que las cosas sean distintas debemos actuar de manera diferente y eso es lo que busca el Ministerio; al respecto, es preciso anotar que un Ministro, a diferencia de un Director de Colciencias, no es invitado ocasional y eventual sino un miembro permanente del Consejo de Ministros, instancia donde se toman las decisiones políticas y económicas más trascendentales del Gobierno.
Al respecto, un par de preguntas para suscitar una reflexión: i) ¿no será entonces la hora de tener el Ministerio? y ii) si no es ahora ¿para cuándo vamos a postergar la imperante necesidad de que sea la Ciencia la que guíe los destinos de nuestro país?
Este debate ya lleva casi un cuarto de siglo, empezó hace cerca de 25 años con la Misión de Sabios. Tengamos en cuenta que afuera no nos están esperando, en tanto los otros países están agenciando su desarrollo; ellos tienen sus propios Ministerios de CTI que están concebidos como ministerios para la riqueza. Pareciera que nuestra sociedad se hubiera detenido en el tiempo y perteneciera a la generación de «Televisores de Tubos», donde nunca imaginamos las invenciones de la era actual. Lo menciono para destacar que el mundo va a una velocidad tal que supera la misma imaginación del ser humano.
En consecuencia, considero que el MinCTI avanza por buen camino con lo cual esperamos que sea una realidad y de este modo conseguir que la ciencia haga parte de ese conjunto de cosas maravillosas que representan Nuestra Gran Riqueza.