No se puede negar el papel de los partidos en las democracias, con todo y sus críticas, en el caso colombiano han servido para obtener grandes coaliciones rumbo a las elecciones o para lograr el respaldo parlamentario necesario para tramitar proyectos de ley.
Pero una gran discusión se abre en la última década sobre el papel de los partidos políticos en el sistema actual, el Irlandés Peter Mair sería uno de sus más grandes críticos, y haría extensos trabajos para argumentar la precaria condición de los partidos: “Aunque los partidos permanecen, se han desconectado hasta tal punto de la sociedad en general y están empeñados en una clase de competición que es tan carente de significado que ya no parecen capaces de ser soporte de la democracia en su forma presente”
Pero, ¿Podríamos aplicar esto al caso colombiano?.
El Estatuto de la Oposición, sirvió como punto de encuentro para la primera negociación, o choque de realidad en la relación del gobierno de Iván Duque con el legislativo, y esencialmente con los partidos.
Todos han buscado culpables de la gran polarización luego del gobierno de Juan Manuel Santos, y muchos de estos análisis se han basado en el papel de los líderes políticos, como Álvaro Uribe y el propio Santos, y sus defensores intentan vender la idea de que todo esto ocurre por un fin mayor, como la paz, o la búsqueda de la verdadera paz (para los que se oponen al Acuerdo).
¿Y los partidos?, ¿Dónde queda su responsabilidad?. Si retrocedemos en el tiempo, cuando el bipartidismo era tan fuerte que la filiación partidista podía afectar el ingreso de un colombiano a determinada universidad o colegio, y la policía servía como eje de control del partido de turno en el gobierno, ¿Quién asumió la responsabilidad que desencadenó la Violencia?, o ¿A quién le faltó criterio para poner la paz de la nación por encima de una rencilla entre legislativo y ejecutivo?.
Hoy la situación es de especial relevancia, ¿Quiénes acompañaron a Uribe en sus ocho años de gobierno y luego abandonaron esas banderas para sumarse alegremente a la paz, para finalmente regresar al cobijo de los críticos de esa misma paz que ellos votaron?.
Solo para ponerles unos ejemplos, el partido de la U nos dio una lección sobre cómo la “política es dinámica”, fundados para apoyar el proyecto uribista, parecía razonable que prefirieran seguir un fin mayor como la paz al seguir a su presidente en tan gigantesca tarea, pero luego, ¿Cómo explican considerarse partido de gobierno del presidente que ejerció oposición contra esas mismas banderas los últimos años?.
El Partido Liberal estuvo del lado de Santos en sus proyectos sobre el Acuerdo de paz, lograron grandes éxitos en su participación en el gobierno, y luego de hacer una mayoritaria oposición a los ocho años del gobierno Uribe, para luego apoyar a Duque en segunda vuelta, y finalmente terminar siendo independientes, ¿Leyeron el clamor de sus bases o quizás es otro ejercicio de equilibrismo político?.
Centro Democrático es el partido de gobierno, acostumbrado a dejar el congreso vacío durante el gobierno Santos para simplemente no discutir, o hablar e irse. Con un carácter fuertemente personalista, se les ha ido la mano, prometiendo apoyos como a la Consulta Anticorrupción, para votarla después de las presidenciales, y con presidente de su partido elegido, irse sin ningún pudor a la oposición a esa misma consulta.
Podríamos seguir así todo el día, sin descartar la entrega de avales de Cambio Radical, el eterno partido de gobierno que han sido los Conservadores desde Andrés Pastrana hasta la fecha, las maromas de la Alianza Verde apoyando por un lado a Peñalosa en Bogotá, y con Congresistas opositores al mismo Alcalde, e incluso de partidos pequeños como ASI, que siendo de origen indígena, y dando su aval a Clara López Obregón a las presidenciales, hoy dicen defender la familia y estar con Duque.
¿Acaso el electorado no lee dicha esa mecánica como una línea continuada de incoherencia partidista?
Es una exageración considerar que en Colombia no hay partidos, primero, porque estos si cumplen una tarea en la conformación del poder, y segundo, porque siguen siendo fundamentales en la tarea de reunir sectores sociales, y generar líderes que luego son nuestros representantes, nos gusten o no.
Pero existe una responsabilidad histórica ineludible que muy pocas veces se toca a estas organizaciones ¿No fueron parte de las causantes del conflicto armado en sus inicios?, ¿No tienen responsabilidad en la corrupción rampante que desangra al Estado?, ¿No tienen mea culpa en la polarización?. En mi opinión, todo esto responde a sus propias problemáticas internas, el comportarse como instituciones, y no como caja menor de la facción dominante de esa organización, promover la democracia que tanto piden al exterior, comenzando por su propia organización interna, y sobre todo, volviendo a ser el hilo conductor creíble y coherente de los ciudadanos de a pie. No todo está perdido, pero definitivamente no parece la situación ideal.