No es casual que nuestra sociedad de platos desechables, de café instantáneo, de obsolescencia programada y de acontecimientos que se pierden unos tras otros en la inmediatez de lo mediático, trate de la misma manera a los líderes sociales asesinados en Colombia. Este año, mejor, en estos 8 meses, han caído más de 120. El exceso de acontecimientos, la premura por atender lo personal o la resiliencia, que como al bambú que se dobla ante las inclemencias de la tormenta y luego regresa a su posición para enfrentar un nuevo envión, ¿acaso nos ha convertido en insensibles?
¿Quién los mata?, ¿por qué los matan? No podemos adentrarnos en el quién, aunque parece que es una de esas respuestas que todos sabemos, pero que el miedo a que nos pase los mismo nos deja sembrados en el camino. Es menos peligroso ocuparnos de la segunda pregunta para que sus desapariciones no sean noticia de un día, que den paso al peor entierro, el de nuestra memoria.
Los matan porque incomodan a los que se lucran de la mayoría y se enriquecen a punta de ella… el vivo vive del bobo, decimos por acá en la cotidianidad de las conversaciones.
Los matan porque dicen la verdad y hacen evidente que los subalternos, líderes, pueden irrumpir con su dignidad sobre la cobardía y la oscuridad de los violentos, que ostentan un tipo de poder. Ellos defienden el rostro de la decencia y con el poder de su piel, la vida.
Los matan porque están en lugares donde la mano del estado ha desaparecido o es tan endeble y raquítica que se establecen otros micro-poderes que hacen de la vida un festín de egos, riqueza, donde la codicia campea como lobo hambriento que babea en busca de su presa.
Los matan porque tienen claro sus derechos. En cuáles lugares se hace necesaria la reivindicación de estos: en Cauca, Antioquia y Nariño donde más líderes y defensores han ofrendado su vida.
Los matan porque pertenecen a organizaciones campesinas, Juntas de acción comunal o étnicas, ¿qué importancia tienen estas construcciones colectivas para el país? ¿Qué importancia tiene para la economía? ¿Qué importancia tiene para la vida opulenta y de centro comercial de las ciudades?
Los matan porque no importan, no son relevantes, pues ocupan lugares de inferioridad en la escala social, política y económica del país.
Hay otras razones, sí, lamentablemente, son muchas más. Esto significa, que en tanto no desaparezcan las razones y/o las condiciones para que sigan siendo asesinados, entonces sabemos lo que podemos esperar. Pero, ante todo, los seguirán matando porque frente la indiferencia o el olvido de todos nosotros, a los asesinos les sigue siendo fácil su tarea.
Al dejar escapar de la memoria los pueblos que viven la violencia, la masacre del poder jerárquico y dominante, ellos se quedan solos. Se hace menester acudir a aquello que hemos granjeado de solidarios, alegres, serviciales, perseverantes y hospitalarios para entonar el himno a la vida digna. Encontrarnos en los diálogos de pasillo y de la calle enalteciendo el derecho a la diferencia, la diversidad, saliendo del miedo, que nuestra mayor riqueza siga siendo nuestra hermandad, el cuidado de unos a otros.