Evidentemente la figura del último trimestre del año 2018 puede ser el legislativo. Ley de financiamiento, modificación de la Justicia Especial para la Paz – JEP, paquete anticorrupción, reforma política, entre otros, tienen cabida en la agenda en sus últimas semanas.
Con una composición actual de 108 senadores y 171 representantes a la Cámara, el Congreso de la República se define como pluralista ideológicamente y con una tendencia muy marcada de representación de las regiones. La mayoría llegan por primera vez aunque eso no significa necesariamente que su herencia política no corresponda al arraigo de la política tradicional.
A un año de eleciones regionales donde todos los sectores representados en el legislativo se juegan su capital político, el fortalecimiento de una nueva ciudadanía que dejó varias lecciones en la consulta anticorrupción como una alternativa que hace seguimiento a las decisiones de fondo del país, hoy no es ajena a la mirada del Congreso de la República. Como consecuencia de lo anterior, es importante reflexionar que esa ciudadania emergente que hoy participa activamente, tendrá posibilidades entre otras, de construir sanciones sociales. El conductismo político estudiado por las ciencias políticas, hoy es un tendencia a la realidad, sumado al desprestigio histórico de los partidos políticos tradicionales y la clase política en sí. Las motivaciones del electorado recientemente han dado muestra lealtad con sus convicciones y necesidades políticas y podría decirse que lo de hoy es una personalización de la política.
Estratégicamente las y los congresistas deberían estudiar a fondo su maniobra para sustentar las desiciones, entiéndase por votación en curso, que sin duda alguna pasa por un período circunstancial definitivo, entre otros, expuestos al rol de información que ejercen los medios comunicación y las redes sociales. Basta ver el panorama estadounidense de esta semana para saber que la agenda de derechos esta para quedarse: una fuerte presencia de mas mujeres sumado a electos(as) que represen una agenda pluralista entre representantes de minorías, jóvenes, etc.
El balance puede equipararse al ámbito colombiano. La cámara de representantes aunque ha mostrado un equilibrio, aún no suficiente, ha puesto en apuros al actual gobierno. Este Congreso lleno de matices puede dar ejemplo en lo que resta de legislatura de jugarse su prestigio y credibilidad, por cierto, para desmarcarse como una de las instituciones con peor percepción para la ciudadania en general.
Hay esperanza en que esta bancada escuche el justo reclamo que demanda esta nueva ciudadanía emergente y los nuevos movimientos sociales, cada vez adquiriendo y retomando la priorización de la agenda colectiva de derechos. La verdadera apuesta en este momento permitirá a estos colectivos cohesionarse en un accionar conjunto para enfrentar las políticas regresivas que ya se viven y seguramente se avecinan y el aliado estratégico de este acuerdo es el Congreso de la República.
Empieza entonces la cuenta regresiva. El sistema de pesos y contrapesos tiene que hacerse sentir en este cuerpo colegiado y dado que “no existe actualmente la llamada mermelada”, la ideología que representan los sectores independientes y en oposición al gobierno tienen que hacerse sentir. Esperamos un Congreso simbólico. Los colombianos que no se informan por redes necesitan conocer el trabajo que hace el Congreso. De las decisiones que se tomen en esta carrera contrarreloj, por lo menos un porcentaje de los resultados de las elecciones 2019 responderá a la vehemencia con que las y los políticos de este órgano del Estado, defendieron el interés público.