La mayor crisis humanitaria de la historia inicia ahora un periodo de esperanza. Después de 4 años de guerra se desarrollaron en Suecia el pasado 6 de diciembre las conversaciones de paz de Yemen. Propiciadas por la ONU, y apoyadas por las partes del conflicto.
No cualquier conflicto, se trata de uno de los más alarmantes del mundo, una guerra civil con enormes daños a la población, especialmente a niños. Hay quienes le califican como la guerra del olvido, porque no todo el mundo es consciente de su magnitud y del sufrimiento drástico que ha causado por un tiempo tan prolongado. Una historia oscura, que para muchos no daba cabida a ninguna luz de esperanza. Pero cuyo cursor está por cambiarse.
Yemen, país ubicado en la península arábiga, con 28 millones de habitantes, ha pasado por una trayectoria de fuertes disputas a través de la historia. Remonta desde el dominio Otomano y Británico en el norte y sur del país, respectivamente. Donde se acentuaron las diferencias entre chiitas y sunitas, propiciando a la vez discordias de poder político y económico. Yemen logra su independencia, y en 1990 se lleva a cabo su unificación, con Saná como capital. Pero las tensiones internas permanecieron. En 1994 surgen los hutíes de tendencia chiita que se sentían marginalizados por las políticas del gobierno.
Posteriormente con la primavera árabe, se propagan ideas de rebelión contra represiones gubernamentales. Razón por la cual en 2011 el presidente es forzado a salir del poder y en su remplazo preside Mansur al-Hadi. Quien tuvo que salir en exilio cuando los rebeldes hutíes toman dominio en 2014 de la capital y en 2015 de la ciudad portuaria de Holdeida por la que debería acceder la ayuda humanitaria. Al Qaeda aprovechó la situación y ha tomado dominio de zonas estratégicas. Por tanto Arabia Saudita creó una coalición militar con los países de cooperación del golfo Pérsico, y se ha contado con el apoyo de Estados Unidos, Francia y Reino Unido para recuperar la legitimidad del estado de Yemen. Es así como en 2015 inicia una guerra civil protagonizada por fuerzas elites de resistencia del sur, liderada por emiratos árabes y arabia saudita, contra la rebelión de hutíes, que según diversas fuentes es financiada por chiitas de Irán.
Algunos intentos de mediación habían resultado fallidos, debido a la tentativa de conflicto dada por intereses económicos a nivel nacional e internacional. Puesto que Yemen posee reservas de hidrocarburos de alta relevancia para el mundo. Así que la comunidad internacional teme del dominio por parte de los hutíes de los estrechos y puertos principales de Yemen, como el estrecho de Bab el-mandeb donde transitan la gran mayoria de exportaciones de petróleo crudo y productos de petróleo en dirección a Europa. Se calculan aproximadamente 18.000 barcos de petroleros al año.
Así que el hecho de tomar dominio de los puertos y evitar el tránsito de barcos tanto mercantiles como de ayuda humanitaria, representa uno de los principales causante de la devastadora crisis de Yemen, una guerra de procuración que ha dejado más de 10.000 civiles muertos, más de 56.000 heridos, millones de desplazados, que afrentan a diario la hambruna y la guerra. Según Naciones Unidas, cerca del 80%, es decir 24 millones de personas necesitan protección y ayuda humanitaria. 18 millones están en situación de inseguridad alimentaria y 8,4 millones sufren hambre extrema. Desafortunadamente de 15 millones niños de Yemen, según Save the Children 5,2 millones de niños se encuentran en riesgo de hambruna y 85.000 niños menores de 5 años han muerto por malnutrición aguda.
Tanto el bloqueo de puertos como la fuerte crisis económica evitaban que se dieran soluciones efectivas. Con el transcurso del tiempo ha sido más insostenible la vida en Yemen, donde el rial yemení, según la Onu, ha perdido el 180% de su valor y los alimentos son 68% más costosos en comparación con el inicio de la guerra.
La emergente situación descrita, conllevó a acentuar el interés de las partes en la participación de las conversaciones de paz. Gracias a las cuales se ha llegado a acuerdos entre los beligerantes y se destaca el cese al fuego en la ciudad de Hodeida. Lo cual permitirá el ingreso de comida y ayuda humanitaria a través del puerto. Es necesario brindar condiciones seguras de traslado. Teniendo en cuenta que la guerra ha forzado a millones de personas a vivir en zonas con condiciones de clima que afectan su salud, se ha producido eccema en la piel de los niños y se han reportado 2000 muertes por cólera por la deficiencia en el suministro de agua, puesto que los ataques han conllevado a la destrucción de los sistemas de alcantarillado y saneamiento.
Se insta a que se siga promoviendo la aplicación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Teniendo en cuenta que la ONU en aras de cumplir su compromiso con la unidad, soberanía, independencia e integridad territorial de Yemen, tal y como lo menciona en su resolución 2201 de 2014, ha buscado de manera constante la ejecución de procesos ingentes que promuevan el cese al fuego y desarme.
Sería propicio que todas las partes obraran en conformidad con la carta de Naciones Unidas, especialmente su capítulo VII; y recordando las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, tales como la 2117 de 2013, 2140 de 2014, 2201 de 2015, 2204 de 2015, 2216 de 2015.
La última hace especial énfasis en la importancia de no obstaculizar el suministro de socorro, denegando el acceso humanitario, ya que esto puede constituir una violación al derecho internacional humanitario. Por tanto, el acuerdo consolidado en las últimas conversaciones en Suecia, representa un gran avance en la aceptación y cumplimiento de las resoluciones y recomendaciones de Naciones Unidas y la norma internacional.
Se espera que la superposición de poderes locales no inste de nuevo a procurar la acentuación del conflicto, sino que prevalezca la integridad, bienestar y seguridad de la población de Yemen por medio del apoyo a la continuación de un proceso de paz efectivo.