Este fue un año de cambios en la política colombiana, la forma como se relacionan las ramas del poder, la visión sobre las prioridades del Estado, el riesgo que corre la implementación del acuerdo de paz, y por supuesto, las nuevas formas de manifestación ciudadana.
El 2018 nos deja un año con más incertidumbre a futuro que respuestas, finalmente las elecciones al Congreso y Presidenciales, renovaron el mapa político, hicieron que un sector de oposición se convirtiera en oficialismo, y abrió campo a coaliciones de centro-izquierda, así como a más personalismo.
Ganó Duque, pero su aprobación se derrumbó en menos de 3 meses de gobierno, y perdió Petro, pero en lugar de ser la más respetada voz de la oposición, un video recibiendo dinero en efectivo, le ha dado un duro golpe de imagen al líder de izquierda.
El Centro Democrático llegó al poder, y mientras era un agudo opositor al gobierno anterior, ha tenido que aprender a la mala que Colombia ya no es el país azotado por las FARC de finales del siglo XX. También han tenido que abrirles espacio a sus antiguos contradictores, con lánguidas alianzas, como el Partido de la U, declarado partido de gobierno, pero opositor de muchas medidas de ese mismo gobierno, o la alianza con Viviane Morales, a quien el uribismo siempre rechazó por sus decisiones como Fiscal en el caso del exministro Andrés Felipe Arias, hoy Embajadora en Francia.
Las relaciones del nuevo gobierno con el Congreso se han vendido con un aire de transparencia, sin mermelada, pero también de caos, de una evidente falta de músculo, negociación y persuasión a los parlamentarios para aprobar iniciativas, al final el gobierno ha sacado proyectos de ley luchando artículo por artículo con las mayorías, en especial con los más grandes partidos independientes, para luego pupitriarlos frente a la oposición.
Pero en el 2018, también hubo cambios en la forma de aproximarse a los ciudadanos para pedir su voto, la Consulta Anticorrupción consumó más votación que la obtenida por el presidente en segunda vuelta, demostró que no se necesitan grandes movilizaciones de recursos en las regiones para conseguir el apoyo frente a temas sensibles para los ciudadanos, y sus ideas han terminado en su mayoría hundidas en el Congreso ante la lenta y poca importante agenda que le han dado (un recuerdo de que por más impresionante de fuera la votación, la consulta no se aprobó).
En un baile de profunda ironía, casi todos los sectores políticos han tenido que mostrar en un mismo año hasta dónde el fin justifica los medios, y cuál es la vara con la que miden a sus adversarios y si es la misma con la que se miden a sí mismos:
El Fiscal General que sabía lo que estaba pasando con Odebrecht cuando trabajaba para el Grupo Aval, no renuncia, ha preferido atacar y amenazar a sus contradictores bajo el amparo de los partidos de gobierno.
El senador Petro dando explicaciones por un video, seguirá bajo el escarnio público durante la investigación, pero se ha enfrentado a casi todos los medios y pidió que la Corte Suprema lo investigue, aun así, tanta buena fe que pide sobre sus explicaciones ¿Es la misma que pide cuando cuestiona a sus contrarios?
El alcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, quiere demostrar con una mano que es el mandatario transparente que necesita su ciudad, mientras con la otra insulta a todos sus contradictores e incluso golpeó a uno frente a cámaras, ¿Usar el poder para extralimitar un debate a palabras y hechos violentos, no es otra forma de politiquería?, ¿La presunta honestidad de alguien, le da licencia para comportarse como quiera?
Toda la bancada del Centro Democrático, parece un estandarte a este ejemplo, están aterrorizados con que los partidos les descuadren el cuórum para las votaciones del congreso (cómo ellos lo hacían en el anterior), critican a la oposición de querer acabar con la institucionalidad al cuestionar a los funcionarios del gobierno o entes de control (cómo ellos lo hacían en el gobierno anterior), no se explican cómo el gobierno Duque no les da más representación en el gabinete (algo lógico porque ellos son el partido de gobierno), pero si lo pide otro partido es “mermelada” o si se lo pedía la U al entonces presidente Santos, peor aún.
Este 2018 termina finalmente con grandes preguntas, ¿Cuál es el norte de este nuevo gobierno?, ¿Cómo este arranque de la era Duque afectará las elecciones de 2019?, ¿Se entregará el país a nuevos proyectos políticos personalistas?
Ñapa: La paz corre riesgos cuando su implementación no es una prioridad, mientras sigan muriendo los Líderes Sociales, y mientras no existan soluciones de fondo a los problemas de las antiguas zonas de conflicto, los territorios plagados de coca, no solo necesitan Fuerzas Armadas, también salud, educación e incluso servicios públicos domiciliarios, dar de baja a un hombre no cambiará ese panorama, y menos aún acabará con la violencia.