La obra más calificada en favor de un sector deprimido de la capital de la República es el TransMiCable que permite el transporte de los ciudadanos de Ciudad Bolívar sin trancones ni el desorden que representa el transporte público que aún no ha logrado consolidarse como un verdadero sistema integrado.
En esa localidad existen todos los medios de transporte formales e informales, desde las carretillas hasta las mototaxis, pasando por los buses del SITP, los taxis colectivos, las chivas, los camperos, y todo lo que nos podamos imaginar.
Ahora pueden contar con una obra que es el reflejo de la continuidad de los gobiernos sin límites ideológicos, pues fue iniciada por Petro y culminada por Peñalosa, y en cuya inauguración algunos miembros de la izquierda alzaron voces contra el mandatario, pero a los pocos minutos ya estaban haciendo las filas para abordar tan significativo medio.
Si así se hicieran todas las cosas, La Paz, por ejemplo, tendría la continuidad que requiere para lograr la reinserción definitiva de los ex Farc, permitiendo la dedicación absoluta del gobierno nacional en otros procesos pacificadores necesarios para la estabilidad del país; el ELN y las bandas criminales que aún sobreviven, serían el objetivo final del presidente Duque para que a lo mejor se convierta en el segundo Nobel de Paz colombiano.
Pero tal vez la mayor satisfacción de los mandatarios -gestor y materializador- es entregar un bien estatal al servicio de los pobres que requieren ésta y muchas obras más. Necesitan colegios, centros de salud que atiendan prioritaria y urgentemente las demandas de la población, vivienda digna, centros culturales y recreativos, y un empleo para el ingreso familiar.
También es una muestra clara e inequívoca de lo que a garganta herida pide hoy, en este nuevo año, nuestro Presidente: salir de la polarización de izquierda y derecha para convocar al unísono a las fuerzas políticas del país para sacarlo del nivel de inviabilidad en el que se encuentra.
Solamente así daremos final a los proyectos y metas que nos propondremos como ciudadanos en la construcción activa del plan de desarrollo de este gobierno que debe contemplar el cumplimiento fiel y riguroso de los principios constitucionales y de los fines esenciales partiendo por la Paz y el bienestar común como mínimos estatales para todos los ciudadanos.
Llevémosle la corriente al primer mandatario para que obras como TransMiCable a Ciudad Bolívar sean el pan de cada día en todas las comunidades y en todos los estratos. El pacifico necesita la intervención inmediata del gobierno nacional para atender sus necesidades básicas, así mismo la costa Atlántica, La Guajira, la Amazonia y la Orinoquía, la región andina y los llanos orientales, todos requieren del consenso para que la gobernabilidad se ponga dócil hacia el crecimiento sostenido del país, en lo económico, en lo político, en lo social.
Sistemas como el SITP requieren el desprendimiento de vanidades de quien se atrevió a implementarlo como de quien ahora debe salvarlo.
En esto radica la importancia del TransMiCable en donde confluyeron, además del deseo de los burgomaestres, una actitud vigoriza de la Directora del IDU, Yaneth Mantilla, y la magia de la Gerente de Transmilenio, María Consuelo Araujo, quien con su aporte caribe, alegre y descomplicado adorna la obra, sumando un alcalde Peñalosa pintado de estadista, rediseñando y conectándose con un remate de gobierno que debe apostarle al desarrollo de una ciudad que necesita un empuje fuerte para igualarse a las grandes urbes del mundo.
Aún en la recta final de Peñalosa, bien podría culminar la adecuación de la autopista norte en tan solo dos kilómetros hacia el destape absoluto del ingreso y la salida de la capital. Y en el caso de no lograr en su totalidad este proyecto, que quede como prioritaria su culminación para el nuevo alcalde que elija la ciudad.
El pulpo del transporte de mil brazos informales debe convertirse en un sistema como el de San Francisco, California, que tiene Metro, tranvía, articulados eléctricos y rodantes, buses, taxis, Uber, bicicletas, patinetes eléctricas, todo en perfecta sincronización. Porque las políticas han tenido continuidad por más de 200 años en materia de un transporte eficiente y de calidad para los propios y extraños. En ese camino deben pensar los mandatarios de la capital para transformar la cultura a partir de convencernos de que somos capaces de hacer las cosas bien.
La continuidad de lo que se venía haciendo bien en lo nacional y en lo local, como también los nuevos derroteros de los gobiernos que arrancan una recta firme y en serio, será el camino a trazar y luego recorrer. ¡Pa‘lante compatriotas!