Los partidos políticos cada vez tienen mayores dificultades para ganar las elecciones de alcaldes, especialmente en las ciudades capitales, y cuando lo logran es a través de acuerdos multipartidistas o alianzas con movimientos ciudadanos.
Los electores votan por la propuesta política de los partidos a nivel de Concejos, pero se toman la libertad de escoger a quien orientará el ejecutivo. Es una interesante práctica donde definen al que lleva las riendas de la administración y le ponen un contrapeso desde las corporaciones públicas.
El caso de Bucaramanga es muy interesante. El ingeniero Rodolfo Hernández, uno de los hombres más ricos de Santander, presentó su candidatura por un movimiento cívico bautizado con el extraño nombre de “Lógica, ética y estética” y a pesar de figurar de último en todas las encuestas (Vanguardia lo ponía con una intención de voto del 11,2%), ganó con el 28,8% de los sufragios, y derrotó al inmenso favorito, el liberal Carlos Ibañez, que aparecía en la encuesta con el 41,4% de favorabilidad.
Este resultado electoral en favor de Hernández, contrasta con la impresionante votación liberal para Concejo de Bucaramanga, donde logró 10 de las 19 curules en juego, lo que dejó a este Partido con el poder absoluto del control político.
Otro caso que confirma la teoría de un electorado cada vez más desligado del voto partidista para la elección de Alcaldes, se vivió en Cali, donde las encuestas daban como favoritos al exparlamentario Roberto Ortiz (Partido Liberal) y al exvicepresidente de la República Angelino Garzón (Partido de la U), quienes fueron demolidos en las urnas por el empresario Maurice Armitage, con su movimiento “Creemos Con Armitage”.
Aquí también los electores aplicaron el contrapeso a través de un Concejo dominado por los partidos Liberal, La U y Cambio Radical que sumaron 14 de las 21 curules en disputa.
En Medellín se daba como un hecho que Juan Carlos Vélez del Centro Democrático ganaría la alcaldía y la controversia era quién ocuparía el segundo lugar entre Gabriel Jaime Rico (La U, Partido Conservador y Cambio Radical), Alonso Salazar (Partido Verde y ASI) o Federico Gutiérrez (Movimiento Creemos). Al final ganó Federico en cerrada lucha con Vélez y prácticamente hizo desaparecer a Rico y Salazar.
El control político en el Concejo de Medellín quedó en manos del Centro Democrático, Partido Liberal, Partido Conservador y Partido de la U, con 15 de las 21 curules y el movimiento Creemos logró únicamente dos posiciones en el cabildo.
En Popayán la favorita de las encuestas era Jimena Velasco Chávez hermana del senador Juan Fernando Velasco, y respaldada por los partidos Liberal, Cambio Radical, Centro Democrático y MIRA. Sin embargo, el ganador fue César Cristian Gómez de Mais, ASI y Partido Verde y consiguió el 59% de los votos. Pero el Concejo quedó en manos de los liberales, conservadores y de la U, que obtuvieron 10 de las 19 curules.
En Ibagué el ganador anunciado fue Guillermo Alfonso Jaramillo del Movimiento Alternativo Indígena y Social – Mais. Pero el Concejo quedó dominado por sus contendores de los partidos Liberal, Conservador, Cambio Radical y la U.
Estos resultados, que son apenas una muestra de lo que pasó en gran parte del país, deja en evidencia un electorado cada vez más liberado de ataduras partidistas, con la capacidad de tomar decisiones informadas, dispuesto a castigar aquellos proyectos político-administrativos que fueron inferiores a las expectativas, y con interés de ir incentivando la alternancia en el poder, que es una de las esencias de la Democracia.
Así mismo, la realidad que muestran los resultados electorales de los últimos años, es que un partido político no tiene, en general, la capacidad de ganar en solitario las elecciones y por eso es indispensable construir acuerdos previos, lo que significa la formación de gobiernos más plurales.
Tal como se ha dicho en reiteradas ocasiones, los partidos políticos están en crisis. Esto se evidencia especialmente después de la promulgación de la Constitución de 1991, cuando se le dio fin al bipartidismo y se abrió la posibilidad de fundar nuevos partidos e incentivar la presencia política de movimientos ciudadanos.
En la Encuestas de Cultura Política realizada por el DANE hace diez años, llamaba la atención que el 91% de los encuestados afirmaba que nunca se habían afiliado a un partido político y que el 64% no confiaba en ellos. Una década después, esta fotografía no ha cambiado.
Este año se realizarán las elecciones locales. Hay una avalancha de creación de Movimientos Ciudadanos interesados en inscribir comités ante la Registraduría del Estado Civil para iniciar la recolección de firmas y poder tener un espacio en la disputa electoral de octubre.
La mayoría de quienes se presentarán por firmas son curtidos líder de partidos políticos, que creen ser capaces de disfrazarse con otros ropajes para parecer ante los electores como más transparentes, más modernos y más interesantes, a pesar de que sigan teniendo una base de fieles seguidores en sus tradicionales agrupaciones políticas.