La contaminación del aire que respiramos tiene efectos muy negativos para la salud. Según estudios del DNP, por esta causa se producen unas 8.000 muertes al año, además de millones de enfermedades y síntomas respiratorios, que tienen un costo estimado de USD 4.000 millones, equivalente al 1.5% del PIB. El mismo estudio muestra que en las grandes ciudades la principal fuente de contaminación es la emisión de material particulado (PM), que en un 80% proviene de fuentes móviles.
La mejora en la calidad del diesel que suministra Ecopetrol es una contribución importante a mejorar la calidad del aire que respiramos, pero no es suficiente. Se ha reducido de manera significativa el contenido de azufre en el diesel, a niveles que cumplen las más exigentes normas europeas, pero los combustibles fósiles emiten otros materiales contaminantes que también son perjudiciales para la salud.
Además del dióxido de azufre (SO2), que ya se ha reducido, la combustión del diesel en los motores de los vehículos genera residuos de hidrocarburos aromáticos y poliaromáticos, de PM y otros elementos como los óxidos de nitrógeno (NOx), el monóxido de carbono (CO), o el Ozono, todos los cuales producen asma, cáncer pulmonar y otras afecciones respiratorias.
Existen dos caminos para reducir estas emisiones contaminantes: uno es la modernización de la flota vehicular del país, sobre todo la del transporte de carga y los buses de servicio público, pues los motores viejos producen mucho más contaminación; el otro es aumentar la mezcla de biodiesel en el combustible, lo que reduce de manera significativa las emisiones de material contaminante, pues no contiene ninguno de los residuos mencionados.
El documento CONPES 3943, de julio de 2018, que define la política para el mejoramiento de la calidad del aire en el país, plantea como una de las principales líneas de acción la renovación y modernización del parque automotor, incluyendo mecanismos que desincentiven el uso de vehículos altamente contaminantes, como por ejemplo impuestos de rodamiento más altos para los vehículos obsoletos, e incentivos tributarios para vehículos eléctricos y a gas. Se trata de una estrategia de largo plazo, pues la renovación de la flota vehicular tomará varios años.
Sorprende que el CONPES no haya incluido dentro de las acciones para mejorar la calidad del aire el aumento de la mezcla de biodiesel y etanol en el diesel y la gasolina, que es una medida de impacto inmediato y demostrado para reducir la contaminación. Tampoco dice nada sobre eliminar el privilegio que hoy tiene la gran minería de no estar obligada a usar biodiesel en su operación.
Aunque desde el 2001 se han promulgado varias leyes para estimular la producción y el uso de biocombustibles, en este documento solo se menciona que en el año 2020 el Ministerio de Minas “elaborará el estudio costo beneficio del impacto en la reducción de emisiones por el posible aumento en el uso de mezclas de biocombustibles”. ¡Como si no estuviera suficientemente demostrado!
Es posible que este desinterés por estimular los biocombustibles tenga una motivación económica pues es cierto que su costo de producción es mayor que el de los combustibles de hidrocarburos, y su uso tiene un costo fiscal por los estímulos tributarios que tienen. Cualquier medida para mejorar la calidad del aire tiene costos, pero los beneficios en salud de la población y en dinero son mucho mayores.