A propósito de la nulidad de la elección de Antanas Mockus como senador, he escuchado los últimos días los comentarios de pasillo político de “lo de Mockus se veía venir”, mientras la calle escucho otra versión “lo de Mockus es injusto”, sin contar las críticas de sus eternos contradictores o de los que nunca gustaron de su estilo.
No pretendo quedarme en la decisión del Consejo de Estado, que en mi opinión abre un debate jurídico interesante, que va desde un “le aplico la ley a mis amigos y se la interpreto a mis enemigos”, hasta “es justo, porque así lo dice la norma”.
Pero quiero resaltar un argumento que me parece inválido, el de “¿Por qué sancionan a Mockus? Tantos políticos que hacen lo mismo y no pasa nada”, o como lo dijo Daniel Samper: “Mockus sin curul y tantos paracos, vagos y corruptos con curul, así estamos… #MockusTeNecesitamos”
Aunque una afirmación sea cierta, su veracidad fáctica, no le da por sí misma validez argumentativa para declararla en un sentido de superioridad moral, que debería poner a alguien por encima de las normas, es decir, estamos de acuerdo en que se debe perseguir con estos mismos argumentos con los que declararon la nulidad de la elección de Mockus a tantos otros políticos, pero eso no exime a Mockus (sin olvidar el debate jurídico de una decisión ciertamente polémica).
Y el motivo de todo esto es el mismo Mockus, mientras otros políticos critican con desdén al Consejo de Estado o cualquier otro estrado judicial por sancionarlos o condenarlos, Mockus demostró respetar la decisión sin invalidar o intentar desprestigiar a los magistrados que la tomaron, una coherencia absoluta de su pensamiento.
Recuerdo un texto de Mockus titulado “Dos caras de la convivencia”, en coautoria con Jimmy Corzo, que refleja el talante del político centro de este debate, y digo “talante” no como una expresión de adulación por sus cargos públicos, lo digo por ser un político con una hoja de vida y una forma de hacer política claramente disruptiva.
En dicho texto como en sus múltiples trabajos, Mockus explica lo que ha sido su lema de vida, el intentar conciliar una relación que considera está por encima de nuestros (muchas veces básicos) debates públicos, en lugar de explicar en términos pintorescos y populares, la necesidad de hacer cambios profundos en una sociedad tan violenta como la colombiana, Mockus explica nuestra más profunda desconexión, la relación “Ley, moral y cultura”.
Una explicación de un serio tema estructural de la sociedad en la que vivimos que explica en complejos trabajos de análisis e investigación: “La armonía entre Ley, moral y cultura puede definirse con precisión como la conjunción entre tres (1) no aprobación moral ni cultural de comportamientos ilegales, (2) aprobación moral y cultural de las obligaciones legales y (3) pluralismo cultura y moral”
Mockus es de los pocos políticos contemporáneos en Colombia, que ha dedicado su vida a estudiar a profundidad las relaciones sociales y los imaginarios colectivos que perpetúan nuestra manera de continuar con la ilegalidad, la corrupción, e incluso la violencia.
Por eso, es tan destacable lo que ocurre hoy, cuando al perder su curul él sigue reaccionando en congruencia con sus ideas, y sigue creyendo, por ejemplo, que la construcción cooperativa de mejores acuerdos entre todos los actores de la sociedad cambiará a la sociedad misma.
Estamos hablando de un hombre que (sea que termine su carrera política o no, o que se incapacite eventualmente por su enfermedad), deja un fuerte legado y trabajo por lo que siempre fue más que una convicción romántica, una convicción académica de lo que se debía hacer por nuestro país.
Aquellos que creen que la “Cultura ciudadana” de Mockus, son unos trabajos de pedagogía en la calle con mimos, o que todo se resume en su forma de creer que los simbolismos y representaciones políticas realmente pueden generar reflexión, desde quitarse los pantalones, hasta dejarse caer para ser recibido en los brazos de un contradictor político (como lo hizo en el congreso con el senador Álvaro Uribe), necesitan leerlo más, y entender como este hombre es más que una curul, y que con sus errores nos enseña que la ley no es para los de ruana, y que sacándolo del congreso no acaban ni con su legado, ni con sus ideas.