Cuando propuse mi nombre para buscar el aval del Partido Liberal que me permitiera aspirar a la Gobernación del Atlántico, lo hice con mucho entusiasmo; pero también con mucho sentido crítico frente a la gestión de los gobiernos liberales, especialmente de la última administración. Siempre sostuve que era necesaria la autocrítica, el camino es presentar una opción que permitiera superar los problemas que persisten para el desarrollo de la ciudadanía.
Seguimos estando por encima de la media nacional en desnutrición infantil; nuestros corregimientos y veredas carecen en su mayoría de agua potable y alcantarillado; la red pública hospitalaria está quebrada, no solo por el problema estructural que tiene el sistema de salud en Colombia, sino también por la mala gestión y corrupción a nivel local; el acceso a la educación superior sigue siendo precario, la mayoría de nuestros jóvenes no tienen mayores opciones para realizar su proyecto de vida. Son innumerables los problemas que persisten y frente a los que el gobierno departamental no ha presentado solución.
Fueron varios los factores que no permitieron crecer a las importantes candidaturas que presentaba el partido. La sombra de quienes no fueron contundentes en negar sus aspiraciones y que figuraron siempre en las encuestas; la falta de confianza por parte de las bases liberales; la falta de comunicación y confianza entre los precandidatos; la dirigencia tomó parte y no sirvió de árbitro en un proceso que necesitaba garantes. En esto también la lista me resulta interminable.
El hecho concreto es que frente a las otras candidaturas, los liberales no alcanzábamos sumándonos todos, consolidar una opción ganadora. El mismo César Gaviria acepta que la decisión que tomó era preferible concertarla antes con nosotros, pero que la pragmática electoral implicaba tomar una decisión en procura que la colectividad no quedara por fuera de una coalición a nivel departamental. Seguramente pudiéramos discutir sobre la legitimidad democrática de esa decisión, lo cierto es que en la estructura de un partido parlamentarizado resulta correcta.
He asumido con confianza la decisión del director del Partido Liberal; quienes me conocen sabrán que casi siempre me he opuesto a las decisiones de los dirigentes de mi partido, que siempre cuestiono la imposibilidad de democratizar la democracia interna. Pero este escenario planteaba cuestiones diferentes a resolver. Ya no estaba en la posición del militante, ahora debía resolver mis cuestionamientos internos en la posición de candidato.
Al inscribirme firmé una declaración en la que me comprometía a acatar la decisión que el Partido tomara, eso es exactamente lo que he hecho. Aparte de sentir y creer que el ejercicio de gobierno de Elsa Noguera, resultará tan socialdemócrata como el que creo que merece nuestra gente, tengo la plena seguridad que sin vacilación se atenderán y resolverán las cuestiones básicas que la gente en el Atlántico requiere para vivir en condiciones de dignidad.
Siempre lo dije: no me importa el nombre, me interesa el programa y mi lucha seguirá para construir el plan que permita dignificar la vida e impulsar el desarrollo.