Boone Pickens es un acaudalado hombre de negocios de Texas cuya fortuna esta apalancada por inversiones en la industria petrolera especialmente en USA, sin embargo pese a ser considerado como millonario dentro del negocio del petróleo en el mundo, en los últimos años ha venido invirtiendo fuertemente en la compra de derechos de agua y en general en industrias relacionadas con este tesoro natural. Casualmente este no es el único inversionista, igual atención ha estado teniendo este negocio por parte de los bancos en Wall Street y por las elites de billonarios que están “comprando agua” alrededor del mundo.
Pero mientras los hombres de negocios del mundo toman posiciones en las empresas de agua, en Colombia y en el Quindío pareciera que van en contravía, porque teniendo la posibilidad de consolidarse como oferentes de agua, pareciera que están promoviendo la destrucción de las fuentes de este precioso líquido, o como se podría denominar “El Dorado del siglo XXI”.
A nivel nacional se ha venido haciendo un esfuerzo por conservar algunas zonas de reserva natural y aunque se delimitan parques naturales las presiones por deforestarlos para sembrar cultivos ilícitos, para extraer minerales y para ampliar la frontera agrícola, les están ganando el pulso a las autoridades.
El Departamento del Quindío no es la excepción y lo más grave en este caso, es que no son bandas ilegales las promotoras de estas empresas extractivas, es la institucionalidad a través de los Gobiernos nacional y departamental, los que con sus actuaciones propenden por acabar con esta riqueza natural del Departamento.
La política impartida en la cordillera central del Quindío por los dos últimos mandatarios nacionales y que al parecer quiere continuar el actual mandatario de los colombianos, es confirmar las licencias mineras que ya fueron otorgadas y continuar expidiendo las licencias que soliciten las multinacionales de la minería. Con esto solo se están enriqueciendo un puñado de burócratas locales y al mismo tiempo unas pocas empresas trasnacionales, dejando para los habitantes circundantes licor, vicio, prostitución e inequidad.
El Quindío es de los pocos territorios que tiene sus fuentes de agua dentro de su espacio territorial, por eso sus habitantes son los responsables de asegurarse que fluya este precioso líquido. Lastimosamente, aunque localmente sus habitantes hacen esfuerzos por prevenir la degradación del suelo y acabar con la deforestación, el gobierno central continúa otorgando licencias de exploración y explotación en los páramos circundantes del Quindío y Tolima.
De igual forma el gobierno departamental pregona que defiende la naturaleza pero se opone a cualquier manifestación ciudadana en favor de proteger el medio ambiente, como ya ha pasado con los municipios de Pijao y Salento, donde democráticamente sus habitantes decidieron oponerse a la explotación minera en sus territorios, pero el ejecutivo y las cortes han hecho caso omiso de este clamor ciudadano.
Por otro lado, es lamentable la forma como se tratan los desechos líquidos y sólidos, especialmente en la zona urbana, los primeros prácticamente van sin ningún tratamiento a las ya nauseabundas quebradas de los diferentes municipios y los sólidos se maquillan en “Rellenos Sanitarios” que igual contaminan las quebradas y el medio ambiente, menospreciando una buena oportunidad de negocio, de generación de riqueza y de empleo, a través del uso adecuado de las basuras y los subproductos que de allí pueden ser transformados y comercializados.
Pero qué pasará con los casi 600.000 habitantes de este enclave montañoso?. Ya es común escuchar que a nivel nacional que Armenia es una de las capitales con mayores índices de desempleo en el país. ¿Cuál será el valor de los activos del Quindío cuando deje de fluir el agua por las tuberías que la transportan hacia sus viviendas y negocios? Quien querrá invertir en un territorio sin agua y sin plantas de tratamiento para sus desechos.
Durante los últimos gobiernos el Quindío no ha sido objeto de alguna inversión de envergadura que le genere empleo y riqueza a la región, llevan años hablando del túnel de la línea sin considerar que en el transcurrir de esa obra el Quindío es solo un accidente geográfico entre Bogotá y Buenaventura.
Como la población del Quindío es tan poca y su votación no incide en los resultados en las elecciones a nivel nacional no es de extrañar que la atención que recibe este Departamento sea proporcional a su caudal electoral.
Si a esta realidad le sumamos que los pocos recursos que recibe el Departamento se despilfarran en beneficio personal de los mandatarios locales de turno y que los Quindianos continúan votando en favor de empresas electorales que ningún beneficio le transfieren a la ciudadanía en general, es menester que los dirigentes políticos, empresariales y sociales exploren modelos de desarrollo que contrarresten esas supuestas debilidades y vuelvan a posicionar al Departamento del Quindío, como ya lo fue hace pocos años, como una región generadora de riqueza, empleo y equidad.
Este es el reto que afrontan el Quindío y en general los demás departamentos de Colombia en las elecciones locales que se aproximan, independientemente de edad, genero, raza o creencias: Continuar estancados en el remolino de la corrupción orquestado por las maquinarias electorales locales o elegir nuevos dirigentes con mente abierta, hojas de vida experimentadas y sin cuestionamientos, que trabajen por el renacer de sus Departamentos.
La invitación es a ser partícipes de nuestro desarrollo, de nuestro futuro y el de las próximas generaciones.