Recordaba durante la semana, la icónica escena de la película Matilda, donde su padre, Harry (y posteriormente lo repite la directora Tronchatoro), le dicen a la pequeña, pero inteligente protagonista: “Yo soy grande, tú pequeña. Yo estoy bien y tú estás mal. Yo soy listo, tú tonta. Y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo…”, así se ven hoy varios líderes mundiales, personas en redes sociales, e incluso algunos periodistas, cuando atacan a la joven Greta Thunberg.
Thunberg, tiene 16 años, y tiene el Síndrome de Asperger, por lo que su oratoria emotiva, y su fuerte énfasis en el cambio climático, no son una actuación con libreto, son el reflejo de su inteligencia y su extrema preocupación por el tema, algo común en personas con Asperger, que generalmente se enfocan en temas específicos y capturan todo tipo de información al respecto.
De la joven se ha dicho todo, criticada por un supuesto patrocinio de empresas verdes que quieren expandir su mercado (que bien que así sea para que capturen más mercado que hoy tienen industrias que atentan contra el ambiente), se ha criticado que sea sueca, mientras a jóvenes de diferentes países, o de orígenes sumamente pobres, se les ha ignorado, ¿Qué culpa tiene Thunberg en esto?, se ha criticado igualmente su emotividad, y el tono de alarma que coloca a sus palabras, pero, la ciencia lo ha dicho innumerables veces, la alarma es real.
Lo que parece realmente molestar, es que una mujer joven, se presente con tanta vehemencia en escenarios internacionales, y use expresiones tan fuertes para dirigirse a aquellos líderes mundiales que no han escuchado, ni a la ciencia, ni el clamor de las personas que ya están siendo afectadas por el cambio climático, ni ahora, a las nuevas generaciones.
Fascinados con los discursos beligerantes, radicales, y políticamente incorrectos, de hombres como Trump, Bolsonaro y Jhonson, millones de electores en esos y otros países, decidieron elegirlos por “no tener pelos en la lengua”, a pesar o gracias a sus comentarios, a veces xenófobos, racistas, sexistas, o como en el especial caso de Trump y Bolsonaro, abiertamente negacionistas de los efectos del cambio climático.
Ahora lo que me llama la atención, es la fascinación de las nuevas generaciones, por el tono usado por Thunberg para enfrentarlos en un escenario tan formalmente abordado como es el caso de la ONU, también por retarlos, llevar cifras, y recordarles que, en medio de sus palabras excéntricas, sus guerras económicas, y sus frases divisivas, están jugando con el futuro, con el futuro de jóvenes como Greta Thunberg.
Otra crítica que me llama la atención sobre esto es la frase: “Ustedes me robaron mi infancia”, que ha sido mal utilizada para comprarla con el infortunio de niños atrapados en terribles condiciones humanas alrededor del mundo, y olvidan lo que sigue a esa frase: “y aun así yo soy una de las afortunadas.”
Afortunados todos, que logramos tener a una joven tan peculiarmente inteligente y atrayente, que se está preocupando por un debate que recientemente parece una burla para los millones de ciudadanos que a la hora de votar, se olvidaron que sus decisiones afectan, no solo a su país, a “hacerlo grande otra vez”, sino a toda la humanidad, y que no, el tema del cambio climático no es “una cosa de otros”, es algo que debió unirnos a todos hace décadas, y no esperar a que una joven tuviera que subir a una tarima internacional, para reclamarnos a todos los adultos nuestras obligaciones con el futuro del planeta, con un contundente: “¿Cómo se atreven?”