El Departamento Nacional de Estadística -DANE-, en su más reciente informe, entregó la cifra de desempleo en Colombia correspondiente al mes de agosto, cifra que se ubicó en un 10,8%. Esto refleja el grave y desolador panorama en materia de política pública de generación de empleo, pues desde el año 2010 no teníamos una estadística tan alta frente a éste penoso flagelo social.
Lo que traduce el informe del DANE, es que 300 mil nuevas personas perdieron su trabajo con referencia al mismo período del año pasado, una cifra bastante preocupante, pues el número de desocupados hoy ya sobrepasa los dos millones 600 mil personas.
Factores que determinan esta hecatombe estadística hay muchos, el Gobierno se equivocó al dar tantas gabelas a los empresarios en rebaja de impuestos que sumados todos son billonarios recursos, a cambio se acordó que generarían más fuentes de trabajo y al sol de hoy pareciera que le hicieron conejo al Presidente Duque.
Algunos señalan el crecimiento del desempleo a la migración venezolana que, hace presión laboral a la mano de obra nacional, eso del todo no es cierto, ya el mismo director del DANE, Juan Daniel Oviedo, confirmó que los venezolanos que hoy están en el país sólo corresponden al 1,5% de la fuerza laboral nacional, lo que desvirtúa esa tesis.
La desaceleración económica que no permite el crecimiento de fuentes de trabajo según la Asociación Nacional de Instituciones Financiera ANIF, sostiene que obedece al incremento del salario mínimo en el 6%, tres puntos por encima de la inflación lo que congela cualquier intención de generar más empleabilidad, ellos lo catalogan como uno de los principales errores en las últimas tres décadas, de todos modos, por donde se mire, el panorama es muy gris para miles y miles de colombianos que hoy no pueden garantizar una mejor calidad de vida debido a la falta de ingresos.
Sectores como la construcción siguen “salvando la patria”, mientras que la industria de la manufactura y la agricultura sufrieron sensibles disminuciones de sus fuentes laborales, cada una con una disminución de unos 280 mil empleos.
En un país como Colombia cuya apuesta, incluso, es crecer económicamente por encima del 3%, con cifras de desempleo que superan el dígito es muy complejo que se logre un repunte de la economía cuando millones de colombianos no gozan de un trabajo digno.
Todos los días vemos en pueblos y ciudades la creciente informalidad que incluso invade el espacio público, esa informalidad que se toma también los sistemas masivos de transporte refleja la situación laboral del país. No podemos ser ajenos a esta realidad y tenemos que buscar fórmulas entre todos que contengan el avance acelerado del desempleo.
Hoy hombres y mujeres por igual son quienes pagan las consecuencias de un desempleo generalizado que afecta sobre todo a ciudades como Quibdó, Cúcuta y Valledupar, urbes que presentan las mayores tasas de desocupación laboral.
La falta de empleo indirectamente se refleja en el aumento de los índices de inseguridad, sobre todo en las ciudades mencionadas anteriormente, pues muchas personas ante el desespero de no tener un ingreso económico acuden a la ilegalidad, al robo, al atraco, en fin a muchas modalidades delictivas, las cuales rechazamos desde todo punto de vista.
Lo que tiene que hacer el gobierno, es replantear toda su política laboral, es generar megaproyectos de infraestructura que permitan la vinculación de mano de obra calificada y no calificada en todas las regiones colombianas, es modificar los favorecimientos a los empresarios en materia fiscal y de impuestos, a los ricos de éste país hay que ponerlos en cintura.
El gobierno nacional tiene el enorme reto de combatir el desempleo, que junto con la pobreza multidimensional que ya alcanza el 19% y la corrupción a gran escala son las amenazas que enfrenta el país y que con urgencia requieren soluciones definitivas.