Una de las cosas que más me impresionó de Turquía cuando estuve recientemente recorriendo este país, fue la omnipresencia de Recep Tayyip Erdogan dentro de todas las esferas de la vida turca, no solamente en Estambul, sino en todo a lo largo del territorio, hasta llegar a Kars (Ciudad fronteriza con Siria) en el lejano oriente de Anatolia. Sino dentro del ámbito político, en el campo social, cultural, económico y hasta deportivo. De igual manera la sensación de “tensa calma” con todo lo referente a estados unidos también me llamó la atención. De esta forma, decidí recalar dentro los últimos hechos que han definido la relación entre el país del águila y el lobo.
A finales de 2017, Turquía se inclinó desde su posición oficial por la compra del sistema de misiles tierra-aire S-400 de fabricación rusa, que por su diseño y sus capacidades de interceptación antimisiles y capacidad antiaérea de largo alcance. De esta forma, Recep Tayyip Erdogan informó claramente a la comunidad internacional que Turquía se perfilaba como un actor regional de importancia y que entraba a discutir la dinámica del poder dentro de oriente medio Junto a Rusia y Estados Unidos.
Las declaraciones hechas por el presidente turco en donde afirmaba que “Turquía es soberana para decidir qué sistema de defensa antiaérea despliega en su territorio” no pasaron desapercibidas y desde ese momento, el gobierno amenazó con suspender la colaboración de Turquía en el programa internacional Joint Strike Fighter, el cuál está construyendo la quinta generación de cazas F-35 Lightning, y del cuál Turquía hacía parte dentro de la unión de países que llevaban adelante el programa de desarrollo armamentista. Pero no es solamente dentro del campo de cooperación militar en donde se ha visto disminuida la relación entre el gobierno turco y EEUU, por medio de las (Countering American Adversaries Through Sanctions Act) más conocidas como “Caatsa” Estados Unidos sancionó a las empresas turcas que habían contratado con el gobierno de Trump para adelantar contratos de desarrollo de tecnología y materias primas, perdiendo así mas de diez mil millones de dólares.
Y así es como John Sarbanes, representante por el estado de Maryland en la cámara baja hizo público el siguiente comunicado:
“La decisión de Turquía de seguir adelante con la adquisición del sistema ruso de misiles tierra-aire S-400 representa una grave amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos y de nuestros aliados de la OTAN. Al comprar e integrar un sofisticado sistema de defensa antimisiles ruso en los equipos de la OTAN, Turquía no sólo pone en peligro la seguridad de la OTAN en la región, también proporciona una victoria a Rusia en sus actuales esfuerzos por sembrar la división y la desconfianza entre los Estados miembros de la OTAN. Con el presidente Erdogan, Turquía ha entrado en una peligrosa escalada antidemocrática y se está convirtiendo en un régimen autoritario cuyos actos han debilitado en repetidas ocasiones las defensas de la OTAN. Con el fin de demostrar que puede operar como socio de confianza y fiable en la región, Turquía debe dar inmediatamente los pasos oportunos para desmantelar completamente y devolver el sistema S-400 a Rusia”
La relación entre Ankara y Washington, si bien en el gobierno de Erdogan ha sido tensa, podría complicarse si EEUU hace realidad las amenazas: deteniendo la participación turca en el Joint Strike Fighter y en el entrenamiento de sus pilotos, y no participando de la entrega de las municiones que Turquía utiliza contra los milicianos kurdos en la frontera Siria y el norte de Irak.
En esta semana, Turquía enfiló sus fuerzas armadas hacia la frontera Siria, y se dispone a atacar a las milicias Kurdas dispuestas en sus territorio, y hoy, unidades terrestres del Ejército turco, han entrado en el noreste de Siria en el marco de su ofensiva contra las fuerzas kurdas, después de varias horas de bombardeos aéreos. A lo cuál, Donald Trump, ha vuelto a pronunciarse si la ofensiva en el noreste de Siria tiene un efecto «inhumano» en los kurdos, y ha asegurado que «aniquilará la economía» de Turquía si extermina a ese grupo.
La relación entre Tayyip Erdogan y Trump, siempre ha estado atravesada por el “Rising Power” que busca Turquía como actor importante en la región y sobre todo como punta de lanza que desafía al poder de estados Unidos, debido a la cercanía de Erdogan con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Pero sobre todo con la fuerte presencia de dentro de la sociedad turca y su control férreo sobre la institucionalidad que le garantiza un largo periodo en el poder y sobre todo un periodo muy largo e inquietante para Estados Unidos dentro de la construcción del poder regional en medio oriente.