Tuvieron que pasar 198 años para que un General regresara a la Vicepresidencia de la República. El general Francisco de Paula Santander, el Hombre de las leyes, fue el primer vicepresidente de la Gran Colombia (1819-1827), coincidencialmente en una época que, como ahora, se define el rumbo de una nación golpeada por la violencia.
Enhorabuena llega el general (r) Óscar Naranjo a la vicepresidencia.
Estamos frente a un oficial con todos los títulos. Naranjo fue Director, Jefe de la Dirección de Inteligencia y Contrainteligencia de la Policía y participó en los grandes operativos contra los capos del narcotráfico. Es líder, preparado, carismático, tiene solvencia moral y muy querido por los colombianos. Fue un acierto su designación.
En la política reciente los miembros de las fuerzas armadas no han tenido éxito en estas lides. Pero Naranjo no solo representa a éstas sino a un sector del país que había estado excluido en el inmenso y complicado firmamento de la política.
Su participación en las negociaciones de paz, junto al general Tapias, le dieron tranquilidad a unas Fuerzas Armadas amedrentadas por la oposición, que desde siempre denunció supuestas condiciones desventajosas en la negociación. Hoy, con el acuerdo firmado y en proceso de implementación, se confirma que los integrantes de la Fuerza Pública incursos en hechos irregulares alrededor del conflicto, van a tener un tratamiento benigno con la Justicia Especial de Paz.
Naranjo llega al Gobierno en una coyuntura especial, con muchísimas responsabilidades, tal vez la principal colaborar en la implementación de los acuerdos de paz, que definitivamente son para cumplirlos y no para que se repitan las nefastas historias de José Antonio Galán, el gran defensor de las etnias que fue ejecutado y desmembrado por los españoles cuando ya había firmado la paz (1782), o Guadalupe Salcedo, líder de las guerrillas liberales asesinado en Bogotá en el año 1957, después de haber firmado armisticio con el Gobierno, y para no ir tan lejos lo acaecido en la historia reciente con el prácticamente exterminio la Unión Patriótica.
Tendrá el nuevo vicepresidente la misión, y quien mejor que él, de encarar la inseguridad en las ciudades, el delito común que se ha enseñoreado en las urbes.
En la vicepresidencia se sentirá un cambio; pues sale un político como Vargas lleras que aceptó ser fórmula a cambio de un pedazo grande de poder dentro del poder, para mostrar ejecutorias y apalancar su candidatura presidencial, y llega un hombre sin antecedentes partidistas, formado en la disciplina, con una dosis elevada de nacionalismo, quien será garantía para todos. Y ojalá tenga la función específica de ser bálsamo de la polarización política de nuestra sociedad.