Desde hace años en el mundo y en Colombia se viene hablando del cambio climático y de la protección del medio ambiente y de las especies, pero es poco lo que realmente hacemos para mejorarlo.
Incendios como los ocurridos recientemente en el país dejan mucho que decir sobre las estrategias y políticas públicas que se estén ejecutando para combatirlo, y para proteger el medio ambiente y en particular las distintas especies en vías de extinción.
En un país como el nuestro que goza de todos los climas y pisos térmicos, con tierras especialmente fértiles, es difícil entender que no se tenga una planificación para los tiempos de lluvia y para los de sequía, como sí se tiene en algunos países europeos por ejemplo.
Es inconcebible que se mueran micos y otros animales por falta de agua, cuando Colombia tenía una gran riqueza hidrográfica, pero debido a la contaminación de los ríos, a las famosas obras como Hidroituango, que no solo dañaron el río Cauca, sino que desplazaron a las familias que vivían de la pesca, al pésimo manejo de las basuras, a la falta de reforestación, a los incendios, a la minería ilegal, a la contaminación de los ríos con el petróleo, etc., nos estamos rápidamente convirtiendo en desierto.
La sequía en la Orinoquía colombiana, un lugar que hasta hace poco era verde, se reportó llamas que se acercaban al río Caño Cristales en la Sierra de la Macarena, siendo afectadas por las llamas más de 10 hectáreas.
Las múltiples quejas de las comunidades indígenas en la Amazonia sobre la deforestación y la minería ilegal han quedado en el aire, al igual que los llamados de auxilio de otras de estas comunidades en la Guajira en donde algunas empresas cambian el curso de los ríos, haciendo que estas poblaciones mueran de sed.
En algunos parques nacionales como en la Amazonia, los guardaparques huyen por amenazas de estas áreas protegidas, y nos preguntamos entonces ¿Qué hace el Estado para brindar seguridad, garantizar la protección de las personas en el lugar, de la, flora y la fauna?
La falta de presencia del Estado en algunos territorios y la lucha por el control de los mismos por parte de grupos ilegales es otra causa de deforestación, por lo cual es incomprensible la indiferencia del Estado.
Al parecer al Gobierno colombiano se le olvido el compromiso que tiene nuestra nación frente al mundo por tener uno de sus pulmones, así como van las cosas, dudo que todavía seamos un país que posee una fuente de vida.
La Procuraduría, la Defensoría y otros entes del Estado, siempre salen a decir que investigarán toda esta problemática en particular cuando ocurren incendios de gran envergadura, pero las tenazas de la corrupción, y la falta de voluntad política en otros casos, hacen que estas investigaciones no generen resultados ni culpables.
Claro que el principal de ellos es el propio Estado debido a la falta de verdaderas políticas públicas en torno al tema y a la protección de las minorías que cuidan la naturaleza.
Esta problemática del cambio climático es como una cadena en la que se genera otras dificultades, como por ejemplo la reducción del suministro de energía, lo que podría conducir a apagones y por ende a grandes pérdidas en la economía.
En países donde se usa con gran frecuencia el aire acondicionado, en épocas calurosas aumentará su demanda, para lo que habrá un desajuste entre la demanda y la producción de energías renovables, aumentando la posibilidad de apagones.
De otra parte, la problemática en nuestros ríos y mares no es menos penible, pues el río Magdalena conocido como el río grande, la principal arteria fluvial del país, es casi un recuerdo, pues hay tramos en los cuales no se le encuentra ni una gota de agua.
La pesca irracional de especies en conservación, así como las técnicas con dinamita, y la falta de control para con los turistas que bucean, acaban con los corales y causan graves daños al ecosistema del medio marino.
De igual forma, los mares colombianos contaminados por todos los desechos y las basuras que por falta de una cultura ciudadana, arroja la gente, no solo a las playas sino a los océanos, aumenta la problemática.
Según un estudio de la universidad australiana de Queensland y publicado en la revista “One earth”, considera que preservar una porción de hábitat para todas las especies marinas requeriría 8,5 millones de kilómetros cuadrados de nuevas áreas de conservación.
Y en el mismo sentido señala que “Al menos el 26 por ciento de la superficie de los océanos necesita atención de conservación urgente para preservar la biodiversidad marina de la Tierra”.
Dicho informe también señala que: “Las regiones clave para la conservación son el Océano Pacífico norte cerca de China y Japón, y el Atlántico entre África occidental y las Américas”.
Actualmente, un tercio de todas las especies marinas tienen menos del 10 por ciento de su área protegida”, lo cual es preocupante, pero al parecer ni a los líderes mundiales en general, ni al colombiano en particular, es un asunto que les quite el sueño, ya que en muchas de las cumbres que se hacen en torno al cambio climático, es mucho lo que se habla y poco lo que se cumple y se hace en verdad.
Según versiones de prensa, la temperatura de la tierra ha llegado casi a 3.5 grados centigrados, por lo cual, el planeta afronta consecuencias irreversibles para la vida en general.
Ante el desinterés de los gobiernos en el mundo y la falta de acciones reales para combatir esta problemática, llegó la hora de pensar seriamente que puede hacer cada ser humano de este planeta, y en particular cada colombiano por la reconstrucción de los ecosistemas en el mundo y en Colombia, pues tenemos un compromiso con nosotros mismos para el mantenimiento de las distintas especies vivientes en el mundo.