Después de 42 años de haberse registrado el paro nacional del 14 de septiembre de 1977, durante el gobierno del entonces presidente Alfonso López Michelsen, Colombia volvió a vivir una jornada de grandes proporciones, donde el inconformismo ciudadano se vio reflejado en la mayoría de urbes y pueblos, todos reclamando un país más equitativo, en paz y donde las grandes transformaciones se hagan realidad.
Las marchas y el cacerolazo incluido son señales de una ciudadanía que se cansó de lo mismo. Pero lo que se necesita hacer de fondo es enfrentar la enorme desigualdad social frente a odiosos privilegios del Estado.
Lástima que el gobierno y los medios de comunicación hayan invisibilizado y ninguneado al 99% de la marcha que fue justa, legítima y pacífica y que en cambio hiciera eco a los desmanes y vandalismo presentados al final de la jornada por una minoría de desadaptados y quitado mérito a las justas reclamaciones del pueblo colombiano que, son la inmensa mayoría y que se vio reflejada en las calles durante la jornada del paro cívico nacional. Desconocer a esas inmensas mayorías de ciudadanos genuinos, libres, que marcharon de manera pacífica, es otro grave error de este gobierno y ese sólo hecho, hará que vengan futuras jornadas de protesta más fuertes, porque el inconformismo es generalizado.
Aun así, la jornada del pasado jueves es un fuerte llamado de atención para que el gobierno escuche al país, se sintonice con Colombia, escuche el clamor de los indígenas, de los líderes sociales, de los excombatientes de las FARC, de los líderes ambientales, de restitución de tierras, defensores de Derechos Humanos, porque los están matando y el gobierno sigue sin margen de maniobra para actuar y preservar la vida de sus ciudadanos.
Se requiere que se abra una agenda nacional, no una agenda de partido, porque el Gobierno y su bancada en el Congreso están centrados en su doctrina, en su dogma y en su ideología extremadamente partidista, desconociendo el gran espectro nacional que se siente aislado de las decisiones desacertadas del ejecutivo y su gabinete.
Es el momento ideal para que el Gobierno Nacional entienda que se debe hacer una gran cruzada, un pacto por Colombia, donde lo social y las grandes reformas que hoy se necesitan, por ejemplo, en materia pensional, laboral, salarial, sean las protagonistas para garantizar un país más equitativo y viable, sólo así se evitará que estalle esa bomba social que se ve venir.
También urgen soluciones para nuestra educación superior pública, y ello, solo se atiende con mayores recursos para el saber.
Por si fuera menos, la poca voluntad política para garantizar la continuidad del proceso de paz con las FARC y ejecutar los programas del pos conflicto en las regiones donde con mayor intensidad se vivió la violencia y por el contrario apostarle a ser trizas la Paz, fue otro de los motivos que hizo que los y las colombianas salieran masivamente a las calles.
Colombia hoy más que nunca necesita del liderazgo de su Presidente, pero dista mucho Iván Duque de ese liderazgo que a gritos reclama la ciudadanía en cada rincón del país. Existe hoy un sentimiento unificado de los colombianos, que cada día sienten como el país no evoluciona, que se estanca y donde el temor a dar el paso a las grandes reformas es la constante gubernamental.
Se requiere que entre todos avancemos hacia ese gran pacto nacional, y desde el liberalismo estamos listos a apostarle a las grandes transformaciones, pero a las que estén encaminadas a defender al ciudadano de a pie, al pueblo trabajador, a la clase obrera, a nuestros estudiantes, líderes y lideresas sociales, al pueblo indígena, a quienes le apostaron a la Paz, un pacto que garantice trabajo bien remunerado, el desarrollo económico y competitividad del campo colombiano, un pacto por la Colombia profunda para que goce de inversión social, un pacto por la seguridad nacional, por la vida y la sana convivencia, sólo así lograremos un país donde quepamos todos a pesar de las diferencias, de lo contrario, cada vez veremos convertidas nuestras calles y plazas en escenarios de protesta ciudadana, donde la gente legítimamente reclame sus derechos.
Necesitamos poner en cintura a las grandes multinacionales que saquean nuestras riquezas, dejándonos solo el daño ambiental, necesitamos que el empresariado colombiano piense en el bien general y no individual, necesitamos que la banca sea regulada y no usure más el bolsillo de los usuarios del sistema financiero, todo eso necesitamos cambiarlo y es el momento, Colombia despertó y cuando el pueblo despierta no hay barreras que lo detengan.