Amenaza global del coronavirus

Opinión Por

La vertiginosa expansión del coronavirus ha desplazado la atención de cualquier otro tema que no tenga relación con el. Aunque registra bajos niveles de mortalidad, el virus podría infectar a millones de personas en todo el mundo si no logra ser contenido a tiempo.

China está realizando un esfuerzo extraordinario, prevalida del hecho de contar con la mayor capacidad para ejercer control sobre su propia población. Ha tratado de remediar sin lograrlo la demora de más de siete semanas en afrontar con las medidas sanitarias pertinentes al riesgo advertido y difundido vía internet por el oftalmólogo Li Wenliang, quien pocas semanas más tarde falleció, víctima de la enfermedad cuya eclosión denunció.

Las trabas políticas a la circulación de información en un sistema de gobierno rígidamente centralizado que está diseñado para imponer el silencio como lo es el chino, prevalecieron sobre la necesidad imperiosa de aislar el brote epidémico.

El coronavirus registra ya cerca de 87.000 casos de contagio en 65 países y un número de muertes que rápidamente se aproxima a 3.000 víctimas.

Y ya se han presentado varios casos de infestación que tienen en común el hecho de no tener relación con viajes o contactos con personas provenientes de los países donde se había registrado antes la epidemia.

La imposibilidad de detectar a un paciente cero, hace pensar a los especialistas en la perspectiva espeluznante de que el virus haya entrado en una nueva fase y que se esté propagando rápidamente de manera autónoma. Además, portadores curados en China se están volviendo a enfermar. Estas recaídas lanzan un manto de duda sobre las afirmaciones de los facultativos chinos quienes han venido sosteniendo que, una vez infectado con el virus un paciente adquiere inmunidad, y que mientras el virus no mute, no puede infectarse nuevamente con el mismo.

Personas, con síntomas muy leves o asintomáticas pasan los puestos de chequeo sin ser identificadas como transportadoras ni sometidas a medidas de cuarentena, y se convierten en fuentes ambulantes de contagio.

La Organización Mundial de la Salud, ha elevado al más alto nivel la alerta internacional por el coronavirus. Sin embargo, no ha admitido que exista hasta ahora evidencia de que el virus se esté propagando libremente en las comunidades. La OMS a través de su director Tedros Adhanom exhorta a los gobiernos del mundo entero a actuar advirtiéndoles “que es necesario tomar medidas “enérgicas” con el fin de detectar rápidamente los casos, aislarlos, atender a los pacientes y rastrear sus contactos y que la clave para contener este coronavirus es romper las cadenas de transmisión”.

En China los casos de contagio habían empezado a disminuir, pero han vuelto a aumentar durante los últimos días y se disparan en otras latitudes. Ahora sus autoridades sanitarias están empeñadas en combatir no solo el foco originario de Wuhan, sino que están cuidando con enorme celo y exhaustivos controles fronterizos y aeroportuarios el ingreso de viajeros para evitar que quienes llegan al país importen nuevas infecciones.

Italia, Corea del Sur e Irán convertidos de la noche a la mañana en fuentes dispersoras del patógeno han tomado disposiciones heroicas. 11 ciudades en el Norte industrializado italiano han sido declaradas en cuarentena. Han cerrado fábricas, escuelas y museos. La programación operática de La Scala se suspendió, el Carnaval de Venecia fue cancelado y los partidos de liga aplazados.

En todas partes contingentes militares ataviados con trajes protectores y mascarillas adelantan la limpieza masiva de superficies dentro de trenes, autobuses y estaciones, lugares considerados críticos para la difusión del coronavirus para el cual no existen vacuna, ni medicamentos, ni tratamiento específico garantizados.

La teocracia iraní incluso ha suspendido las convocatorias para el rezo de los viernes, el día sagrado musulmán,” a fin de evitar las aglomeraciones y evitar elevar aún más el riesgo de contagio.”

Arabia Saudita, suspendió la entrada de peregrinos en tránsito hacia a La Meca, y prohibió a los ciudadanos de los países musulmanes aliados entrar a sus ciudades santas: La Meca y Medina.

Sin tratar de minimizar la tragedia humana que significa el gran número de personas fallecidas y la sensación de pánico colectivo y planetario ante la amenaza del coronavirus, la víctima más vulnerable será la economía global, que empezaba a respirar con cierto ritmo de normalidad una vez superadas parcialmente las incertidumbres de la guerra comercial entre USA y China y la conclusión del Brexit con acuerdo.

Por lo pronto las bolsas, las acciones y el crédito han caído tan bajo como en la crisis financiera de 2008.
A la luz de lo ocurrido hasta ahora, sin descontar que la situación pueda empeorar, la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, ya advirtió que “el crecimiento de la economía mundial, estimado en un 3,3% para este año, podría verse recortado entre un 0,1% y 0,2% por el coronavirus.”

En China, que en su condición de fábrica del mundo tiene un gran peso en la marcha de la economía global, están colapsando las cadenas de suministro y el consumo y la producción han bajado de manera drástica. Y en el resto del mundo, la fabricación y venta de automotores y el sector servicios, incluyendo el transporte y el turismo se están desplomando a niveles de contracción.

Todo parece indicar que no hay salidas milagrosas ni científicas en un plazo corto. Y que la transmisión del virus apenas está comenzando.