Los biocombustibles son parte de la solución

Opinión Por

“Seguridad energética, economía, ambiente, cambio climático y seguridad nacional están todos interconectados y tenemos que verlos en perspectiva horizontal” Mike Froman

LA POLÍTICA DE PRECIOS DE LOS COMBUSTIBLES

Mucho se ha discutido en torno a la fijación de precios de los combustibles en Colombia por parte del Ministerio de Minas y Energía y sobre los precios mismos. Pero en este debate ha habido más calor que luz. La variabilidad de los precios, que depende tanto de las oscilaciones de los precios internacionales del crudo como de la cotización del dólar, también se ve afectada por el comportamiento de los precios del etanol y del biodiesel, que se mezclan en porcentajes del 8% y 10%, respectivamente, con la gasolina y el diesel-motor.

Tanto a ECOPETROL como refinador, como a los productores de etanol y biodiesel, el precio que se les paga corresponde al costo de oportunidad; en el primer caso se toma como referencia el precio en el Golfo de México y en el segundo según su cotización del azúcar en la Bolsa de Londres y el precio del aceite de palma en Malasia, en su orden. Estas son las reglas de juego y lo que es igual no es ventaja para ninguna de las partes.

Recientemente, al llamar “la atención a cómo se fija el precio de la gasolina en el país”, el profesor Salomón Kalmanovitz, que ha sido un acervo crítico de los biocombustibles, lo ejemplifica “con lo que pasó en el mes de julio” de este año. Qué fue lo que pasó? Que el Ministerio de Minas y Energía al tiempo que redujo inicialmente el precio de referencia de la gasolina para el mes de julio en $46 por galón y decretó un aumento de $14 para el diesel, a poco andar se reversó dicha medida para la gasolina.

En efecto cinco días después de expedida la Resolución anterior expidió otra reajustando esta vez el precio de la mezcla del etanol con la gasolina en $41. 6  el galón, en razón del aumento del porcentaje de la mezcla de etanol que pasó del 6% al 8%, en respuesta a un aumento de su producción y disponibilidad. Pero, así como en esta ocasión el precio de la gasolina subió por cuenta del efecto-precio del etanol, en otras oportunidades la baja del precio del etanol ha neutralizado en parte los mayores incrementos del precio del combustible al consumidor final.

EL SUBSIDIO A LOS COMBUSTIBLES

Al ex rector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano José Fernando Isaza le parece escandaloso que “a los productores de alcohol combustible se les compra el producto a $8.564,24/galón; por el mismo volumen, Ecopetrol recibe $4.031,32; es decir, los consumidores pagan un subsidio de $4.532,94/galón a los productores de etanol. Lo primero que tenemos que decir es que el precio de la gasolina no se puede equiparar con el del etanol, dado que este no es un sustituto de aquella, es fundamentalmente un aditivo de alto octanaje que oxigena las gasolinas reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en su combustión y como no contienen los contaminantes de los combustibles fósiles, disminuyen la contaminación de la atmósfera respirable. La diferencia de precios, además, se explica por el hecho de que mientras la gasolina es un refinado del crudo que se extrae del subsuelo, el etanol se produce a partir de la caña de azúcar, que le sirve de materia prima, uno de los eslabones de una larga cadena productiva que conlleva mayores costos. Es claro entonces que esa diferencia de precios no se trata de un subsidio de los consumidores a los productores de etanol.

Es más, en donde sí hay un subsidio implícito es en el precio de la gasolina, en la medida que ECOPETROL sólo recibe como ingreso al productor lo que le cuesta producirla, de allí que históricamente el segmento de la refinación le ha significado pérdidas, que son ingresos que deja de recibir el Estado, del orden de los $730.000 millones anuales. Como si lo anterior fuera poco, pese a que desde 1999 se dispuso el desmonte del subsidio de los precios de los combustibles, este se resiste a desaparecer. De hecho, el déficit acumulado del Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC), con el que se cubren dichos subsidios, asciende a más de $5 billones, el cual tendrá que enjugarse vía Presupuesto General de la Nación. El Fondo se venía financiando con emisiones de TES, hasta que la más reciente reforma tributaria estableció el “diferencial de participación” para tal cometido. Según el Plan Financiero de 2017, el déficit del FEPC se incrementó en 2016 en $651.000 millones y se calcula que al cierre de 2017 puede elevarse hasta los $6 billones. Huelga decir que este es uno de esos casos de selección adversa, en los que los beneficiarios no son propiamente los más necesitados.  

LOS COSTOS OCULTOS

Además, se suele pasar por alto los costos ocultos de los combustibles de orígen fósil (gasolina y diesel), los cuales, por ello mismo, no se pagan a través de su precio al consumidor final. Nos referimos al impacto ambiental de su producción, transporte y uso. Es bien sabido que por cada barril de crudo que se extrae se emiten entre 69 y 174 kilogramos de CO2, al tiempo que por cada kilogramo de petróleo quemado se emiten 7.1 kilogramos de CO2. Un vehículo de motor de 1.4 litros de gasolina emite aproximadamente 181 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. Y se sabe que existe una gran correlación entre las concentraciones de CO2 en la atmósfera y la temperatura global, causante del cambio climático y, de contera, la polusión del medio ambiente con su impacto sobre la salud.

Después de analizar los datos de mortalidad recogidos entre 1980 y el 2012, el médico Elkin Martínez, quien lideró el último estudio epidemiológico del Área Metropolitana de Medellín para evaluar la correlación entre la calidad del aire y la salud de los más de 3.8 millones de habitantes Del Valle de Aburrá, encontró que en Medellín fallecen 3.000 personas cada año, en promedio, por enfermedades relacionadas con la polución del aire. En otras palabras ocho personas muertas por día o sea una persona muerta cada tres horas (¡!). Esto es impresionante, además del costo en vidas humanas se incurre también en un enorme costo financiero. Según estimativos del DNP, el costo, con corte al 2015, para el sector salud por tratamientos de las enfermedades asociadas con la contaminación del medio ambiente fue de $20.7 billones, “el 2.6% del PIB para ese año”. Y el mayor impacto, según el DNP, se atribuye a la contaminación del aire urbano, “que aportó el 75% de los gastos, con cerca de 15.4 billones de pesos. Estos gastos se asocian a más de 10.000 muertes y 67.8 millones de síntomas y enfermedades. Y este costo no se paga al cancelar el galón de gasolina o diesel en la estación de servicio, se asume por parte del Estado o sea por parte de todos los contribuyentes vía impuestos. Aquí si que aplica el adagio popular de que lo “barato” sale caro!

LOS BIOCOMBUSTIBLES Y LOS ODS

A este respecto sostiene José Fernando Isaza que “el impacto de los biocombustibles sobre los gases de efecto invernadero no es concluyenteCuando se incluye la cadena completa, los resultados son neutros o negativos. No obstante, de acuerdo con un estudio desarrollado en Colombia en 2011 por parte del consorcio colombo-suizo CUE y financiado por el BID y los Ministerios de Minas y Energía, Agricultura y Desarrollo Rural, así como el de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), con base en un análisis del ciclo de vida, la reducción de GEI del etanol de caña de azúcar en Colombia con respecto a la gasolina es del 74% y en el caso del biodiesel de palma colombiano está entre el 83 % y el 108 % de las emisiones en comparación con el combustible de origen fósil. Gracias a ello, con las mezclas actuales, los biocombustibles ya están contribuyendo a reducir 2.5 millones de toneladas/año, equivalentes a 6 por ciento de la meta al año 2030 a que se comprometió Colombia en la Cumbre de Paris (COP21) a finales de 2015, como parte de su agenda para dar cumplimiento a los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). De acuerdo con el estudio realizado por la firma Quantis, al 2025 el beneficio ambiental neto de la mezcla de los biocombustibles excederá  los 5 billones de pesos. Los resultados no son neutros, como afirma José Fernando Isaza.

Aquí hagamos una digresión para ponderar el esfuerzo que tendrá que hacer Colombia para no quedar mal con los ODS. Colombia, aunque no es un gran emisor de GEI, pues sólo participa con el 0.4% de las emisiones totales a nivel mundial y ocupa el puesto 40 en el ranking global, sí preocupa el ritmo de su  crecimiento en los últimos años. En efecto, entre 1990 y el 2010 pasó de emitir GEI 165 millones de toneladas a 220 millones. Si el país no hiciera nada, la proyección para el año 2030 sería de 333 millones de toneladas. El objetivo, entonces, es reducir 66.5 millones. Debemos recordar que de acuerdo al inventario de GEI del IDEAM, el sector transporte contribuye con el 32,6% de tales emisiones y la tarea de dicho sector es reducir 13 millones de toneladas, según lo dispuso el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS).

LOS BENEFICIOS COLATERALES DE LOS BIOCOMBUSTIBLES

Finalmente, es necesario poner en contexto la discusión en torno a la importancia de los biocombustibles en la matriz energética del país, pues no sólo contribuye a mejorar la calidad de los combustibles que se consumen en el país por el mayor octanaje del etanol y cetanaje del biodiesel de palma, sino que contribuyen a la seguridad energética y al desarrollo del sector agrícola. A la mezcla de los biocombustibles le debe el país la ampliación de la frontera agrícola en los últimos 15 años en cerca de 165.000 hectáreas nuevas de cultivo de palma y de 30.000 de caña de azúcar, que son las materias primas para las plantas procesadoras. La mezcla de los biocombustibles le ahorra al país 19.000 barriles/día; de no contar con ella habría que sumarle este volúmen a las importaciones de 35.000 barriles/día de gasolina y 25.000 barriles/día de diésel. La preocupación aumenta cuando nos percatamos que las precarias reservas de crudo con las que cuenta el país (1.665 millones de barriles) sólo nos alcanzan para ser autosuficientes 5 años y no más.

De otra parte, el cultivo de caña y de palma representan 7.74% del PIB agrícola (4.03% la palma y 3.71% la caña). Esta agroindustria genera más de 110 mil empleos formales directos e indirectos permanentes, principalmente en el campo, sobre todo en las zonas en donde el conflicto social y armado ha sido más agudo y cruento. De allí la importancia que el Gobierno Nacional relance y le de un renovado impulso al uso de los biocombustibles en Colombia, pues si bien es cierto no son la solución son parte de la solución a la problemática social, ambiental y energética del país y lejos están de ser el problema como algunos lo sugieren. Otro beneficio colateral de los biocombustibles es la generación eléctrica a partir del bagazo de la caña y del material vegetal excedentario del proceso de la palma como combustibles, con una capacidad instalada de 280 MW y 20 MW (Con un potencial de 300 MW de potencia), respectivamente, amén de la producción de fertilizantes orgánicos utilizando como materia prima la vinaza, residuo este del procesamiento de la caña de azúcar y de los residuos del proceso de extracción de la palma. Hoy por hoy la participación de la biomasa en la matriz energética del país es del 0.8%, lo cual se debe en gran medida a la industria de los biocombustibles.

Economista de la Universidad de Antioquia, fue Senador y Presidente del Congreso, Ministro de Minas y Energía, y Director Ejecutivo de la Federación Nacional de Municipios hasta principios de 2017.