Con el debilitamiento de los partidos políticos en Colombia han cambiado las estrategias de las campañas electorales y ahora quien aspire a llegar a la presidencia no solo debe estar dispuesto a hacer alianzas para la segunda vuelta de las elecciones, sino que es forzoso que las haga para la primera vuelta.
En el pasado para ser presidente era necesario ser el candidato de uno de los partidos políticos tradicionales. Por el contrario, hoy esa pertenencia es casi un lastre y por eso por lo menos 8 de los precandidatos para las próximas elecciones han optado por recolectar firmas para inscribirse con el respaldo de grupos significativos de ciudadanos. Hasta Humberto de la Calle duda si ser candidato del partido Liberal o inscribirse por firmas.
El sistema de dos vueltas –o balotaje por el origen francés del mecanismo- que empezó en el país con la Constitución del 91, generó la necesidad de hacer alianzas para conseguir en la segunda vuelta los votos de los candidatos minoritarios. Pero en las circunstancias actuales, con por lo menos 20 precandidatos en campaña, se ha vuelto indispensable establecer esas alianzas para la primera vuelta pues quien no las haga no tiene ninguna probabilidad de pasar al balotaje.
Así las cosas, la elección de presidente se ha vuelto una carrera de tres etapas: la primera, en las elecciones parlamentarias de Marzo, donde se deben hacer consultas interpartidistas para conformar alianzas que deberían tener un alto componente programático e ideológico.
La segunda, las presidenciales de Mayo donde competirán los candidatos de esas alianzas con los que hayan decidido ir solos; la última en el balotaje de Junio donde seguramente estarán los que hayan conformado las dos alianzas más fuertes. Además habrá una etapa previa en los casos de los partidos que tengan varios precandidatos.
Como suele suceder, los grupos de derecha –que a diferencia de la izquierda tienen una vocación de poder que supera los principios y la rencillas personales- han entendido más rápido la nueva realidad electoral y ya han planteado un mecanismo para llegar unidos a la primera vuelta de Mayo.
Para empezar, el caudillo del CD señalará cuál de sus cinco pichones llevará su representación; luego, en marzo harán una consulta interpartidista en la que escogerán entre el candidato del CD, Marta Lucía Ramírez, el exprocurador y posiblemente Pinzón, para tratar de repetir la coalición del No, ojalá sin tantas mentiras como las que confesaron haber usado para “emberracar” a la gente en el referendo.
Por el lado del centro-izquierda la situación es mucho más confusa. Los verdes, todavía no han definido el mecanismo que definirá si el candidato es Fajardo, Navarro o Claudia López, ni tampoco es claro que estén dispuestos a participar en una consulta interpartidista en marzo. Tienen la esperanza de repetir el fenómeno de la ola verde de Mockus en el 2010, pero olvidan que en este caso se enfrentan a dos coaliciones muy fuertes, la de la derecha y la de Vargas con los caciques electorales de todo el país.
El partido Liberal está dividido entre quienes quieren cometer el suicidio de dejar la escogencia de su candidato para una consulta abierta en las parlamentarias de marzo y los que quieren definirlo antes de terminar el año para poder conformar una alianza progresista y en defensa de la Paz que, en una consulta interpartidista en marzo, escoja un candidato único que enfrente a la derecha. No hacerlo así, aseguraría la derrota del candidato liberal en la primera vuelta y posiblemente el triunfo de la derecha.