Con un crecimiento de 4.9% en el tercer trimestre el consumo de los hogares se ha convertido en la estrella de la economía colombiana. Además, como representa el 70% del PIB, es el principal factor que explica el leve aumento en la tasa de crecimiento del PIB, hasta llegar al 3.3%; tasa mediocre pero que es la mayor de toda Latinoamérica, con la excepción de la Bolivia de Evo Morales que crece por encima del 4%.
Es cierto que la inversión en capital fijo crece un poquito más, (5.1%), pero su impacto en el crecimiento es mucho menor por dos razones: primero porque es mas pequeña su participación en el PIB -solo el 23%-, y segundo porque tiene un alto componente de importaciones, especialmente en el rubro de vehículos que están creciendo el 18%, que no contribuye a estimular la producción doméstica. De otra parte, a pesar de los estímulos tributarios, las importaciones de maquinaria y bienes de capital propiamente dichas solo están creciendo 2.8%
En muchos países los gastos de consumo de los hogares también son el motor del crecimiento. En Estados Unidos, por ejemplo, la rebaja de impuestos de Trump a los más ricos y a las empresas no ha servido para estimular la inversión, y la economía está siendo jalonada por los gastos de consumo.
La diferencia radica en que allá está cayendo el desempleo, mientras que en Colombia está aumentando. ¿Cómo explicar entonces el crecimiento del consumo de los hogares cuando el número de personas que tienen trabajo formal e informal está disminuyendo y, por lo tanto, se puede pensar que sus ingresos no están creciendo?
Hay cuatro factores que pueden explicar esta aparente paradoja. El primero es el aumento de los ingresos por las remesas que mandan a sus familias los millones de colombianos en el exterior. Hasta septiembre ya llegaban a USD 5.000 millones, con un incremento de 18% frente al año anterior, cuando se miden en pesos, que no solo permiten un mayor consumo sino que compensan en parte el enorme déficit de nuestra balanza comercial.
El segundo es el aumento del crédito de consumo que va creciendo a una tasa del 14%, lo cual pone más plata en los bolsillos de los consumidores, pero como toda prosperidad al debe aumenta el riesgo hacia el futuro, si bien hasta ahora no hay síntomas de deterioro de la calidad de la cartera.
En tercer lugar están los inmigrantes venezolanos: Un millón y medio de personas que han llegado escapando de la crisis de su país tienen que comprar por lo menos alimentos, ropa y medicamentos. No es claro cual sea la fuente de sus ingresos, pero tienen que consumir para sobrevivir.
Finalmente, los ingresos del narcotráfico, pues el aumento del área sembrada de coca implica mayores ingresos para los campesinos cultivadores y para toda la cadena asociada a la producción del alcaloide. En muchas ciudades ya han vuelto a aparecer los excesos del consumo traqueto que aumenta las ventas del comercio y mueve la economía pero corrompe la sociedad y destruye el tejido social.
Lo preocupante de estos factores de crecimiento del consumo es que no son sostenibles en el mediano plazo; más aún, es necesario que se supere la crisis venezolana y disminuya el tráfico de drogas, todo lo cual limitará el futuro crecimiento de la economía.