Debe ser triste depender de aquellos que en el pasado no han honrado su palabra. Los resultados de la Consulta Anticorrupción fueron quizás extraordinarios, y el mensaje a la clase política es sumamente claro, pero no existe una consecuencia jurídica ligada a ese acto.
So pena de no ser tan positivo, la reunión del presidente Iván Duque con los promotores de la consulta, fue ante todo un acto simbólico para escucharlos, bajo la promesa de incluir los demás puntos de la consulta que no contemplan hoy las 3 reformas radicadas por el gobierno para este tema y aprobarlas antes de diciembre.
El resultado es simple, los puntos de la consulta ahora dependen directamente de lograr o no las mayorías en el Congreso para aprobarlo, el presidente ha demostrado en poco tiempo que no tiene una aplanadora propia para hacerlo, y su postura se ha ido transformando con el paso del tiempo, la ministra Nancy Patricia Gutiérrez días antes había afirmado que muchos de esos puntos ya se encontraban en la ley, mientras el presidente iba alegremente al puesto de votación a “cumplir su palabra”.
Reducir el salario a los congresistas parece en las últimas horas la verdadera manzana de la discordia, pero recuerden, como la discrecionalidad está en manos del congreso, incluso congelar sus salarios requerirá un tortuoso trabajo legislativo, que más tarde podría tumbar la misma Corte Constitucional.
Un tema menor
Pero todo lo anterior se trata de la lucha por los 7 puntos votados la semana pasada, cuando en realidad la lucha contra la corrupción va mucho más allá, la tarea de lograr los 12 millones de votos era ante todo un mensaje directo al Congreso del cansancio ante su propia inmovilidad, y la poderosa crítica que se hace a la corrupción que estructuralmente afecta a todas las ramas de poder.
Es difícil creer que Duque tiene la fuerza para imponer su propia discrecionalidad al Congreso, cuando no tiene mayorías tangibles, y cuando su propio partido parece una veleta independiente que gira según los vientos que dicta el expresidente Álvaro Uribe, es decir, ni los 7 puntos en su totalidad verán convertirse en leyes, ni ellos por sí solos acaban con la corrupción.
El pacto por Colombia
Varios medios de comunicación han mencionado que ese acto de Duque se sentarse con los promotores de la consulta es una primera muestra del gran pacto que busca, pero en esa reunión además de acordarse la creación de un grupo para revisar el tema, no se llegó a un único acuerdo sobre exactamente qué tramitar, ni exactamente cómo hacerlo realidad.
Los promotores de la consulta difícilmente creerán en las palabras del Centro Democrático, luego de su evidente “patraciada” apoyando la convocatoria de la consulta, dando su palabra de apoyarla en las calles para pedir que ese tema se tratara luego de las elecciones, y luego de poner presidente llamarla “engañosa”, “inadecuada”, “improcedente”, y hasta “castrochavista”.
El mayor error de lectura ante la situación hoy, es creer que tener incluso a los miembros del partido FARC en dicha reunión, y ante la postura de Duque frente a la consulta, estamos en un escenario donde el presidente se aleja del CD. El presidente no tiene tres de las herramientas que sí tenía Santos en su momento: 1. Apoyo legislativo NO ligado a Uribe, 2. Un gobierno por participación de una coalición de partidos además del CD, y 3. Una iniciativa legislativa clara que a largo plazo no le gustaría a Uribe.
Por ahora, ni pacto, ni presidente lejos de Uribe, ni mucho menos una consulta ganada.