Los asesores de la campaña de Germán Vargas Lleras a la presidencia andan preocupados, porque las cifras de favorabilidad del exvicepresidente se están moviendo hacia abajo, muy especialmente en los estratos socioeconómicos más pobres; y no reaccionan en los estratos más altos.
Vargas Lleras tampoco tiene una buena recepción entre los electores de la izquierda, donde casi nadie votaría por él en ninguna circunstancia. Los estrategas pensaron que ante el rechazo de la izquierda, la derecha lo recibiría alborozada, pero ello no ocurrió, a pesar de su discurso en contra de la Justicia Especial para la Paz y su rechazo a la participación política de los líderes de las FARC si antes no cumplen con sus penas. La derecha ya tiene unos actores muy poderosos: Uribe, Ordoñez y Ramírez.
En el centro del espectro político, los liberales lo miran con mucha desconfianza. Serpa y Gaviria han sido duros críticos de Vargas Lleras. En la U, hay un sector que sí prefiere seguir a Vargas, porque creen que tiene alguna opción de llegar al poder, y porque no tienen cabida en el “uribismo”, y otro sector, encabezado por Benedetti y Barreras, han manifestado claramente que prefieren una alianza con el liberalismo y desde hace años son críticos despiadados del “nieto-delfín”.
Las razones para que Vargas tenga tan poca credibilidad, se debe a su comportamiento personal, a sus ataques de ira, a sus reacciones violentas, a su incapacidad para asimilar la confrontación ideológica, a su traición al gobierno del cual fue parte como fórmula vicepresidencial, a las agresiones físicas contra personas, a los insultos a sus contradictores, a las mentiras que está lanzando, y al desconocimiento rampante de la realidad jurídica de los proyectos que se debaten en el Congreso.
Además, muchos ponen en duda su cacareada capacidad de gestionar y ejecutar proyectos. En lo relativo a las obras públicas, la mayoría de ellas no han logrado concretarse por falta de cierre financiero. Su discurso sobre las 100 mil viviendas gratis, se ha encontrado con una reacción que él no esperaba, y es que los beneficiarios tienen agradecimientos hacia el gobierno, y no hacia Vargas, a quien consideran únicamente como instrumento administrativo para iniciar su ejecución.
Las pocas propuestas políticas de Vargas que se han conocido, dejan la sensación de una absoluta improvisación y carencia de profundidad, lo que le irá pasando factura a medida que avance la campaña política. Por ejemplo, en el tema tributario, irresponsablemente anuncia que eliminará algunos impuestos, sin que anuncie cómo va a mantener el equilibrio fiscal y cómo va a financiar el gasto público, especialmente en un momento en que el país ya no tiene una fuerte renta petrolera.
El exvicepresidente anunció que ya recogió dos millones de firmas. Obviamente no le contará al país, que en ese proceso se dieron cuenta de algo muy preocupante: quienes menos firmaron fueron las personas de los estratos uno, dos y tres que viven en la región Caribe; mientras en la zona cafetera la recolección de firmas fue un verdadero tormento, porque a pesar de que “una firma no se le niega a nadie”, a Vargas Lleras si se la negaron.