Parece que la humanidad no aprende de la historia y es por ello que ésta se repite.
Con la guerra de Rusia contra Ucrania estamos viendo como el deseo imperialista de Putin se pone en marcha para recuperar el territorio perdido después de la caída de la Unión Soviética, con el que junto a otros hechos pusieron fin a la Guerra Fría.
Vladimir Putin se asemeja a Adolfo Hitler y podríamos hablar del segundo Hitler con los genocidios que está produciendo en Ucrania, solo porque no quiere que este país sea soberano sino que desea manejar su política exterior.
El mundo está pagando la factura por no haber intervenido como se debió haber hecho con la contundencia del caso cuando Rusia se anexo a Crimea (2014) y parte de Georgia(2008).
Algunos académicos consideran que las aspiraciones de Putin no paran solamente en reunificar las 15 repúblicas que conformaron la URSS; sino que su ambición está en todo el mundo, siendo la América Latina parte de ella, ya que tiene asegurada la alianza con Venezuela, Nicaragua y Cuba, pero al parecer también Brasil, Guatemala y Argentina.
Recordemos que el presidente argentino Alberto Fernández en su reciente visita al Kremlin afianzó sus lazos con Putin y dijo que quería que su país fuera la puerta de entrada de Rusia a América Latina y dejó claro que con ello busca que su país deje de ser satélite de Estados Unidos, y por ello no ha protestado por la invasión rusa a Ucrania.
Por noticias del diario El Tiempo se ha conocido que la cooperación rusa está dispuesta a participar en la construcción de centrales nucleares en territorio brasilero, incluidas instalaciones flotantes.
El presidente Jair Bolsonaro dijo que era una exageración hablar de una masacre rusa en Ucrania y que no hay ninguna sanción condena al presidente Putin, por lo que el voto de su país no está definido y no está ligado a ningún poder.
Respecto al gobernante guatemalteco el New York Times aseguró que le fueron entregados por los rusos varios fajos de billetes envueltos en un tapete.
De cumplirse estos pronósticos estaríamos saliendo como dice el adagio popular de Guatemala para Guatepeor. Recordemos que las democracias en América Latina y el Caribe son débiles y la corrupción es uno de sus principales males, por lo que su soberanía estaría en grave peligro si llegásemos a quedar en manos de un tirano a quien podríamos conocer como Hitler II.
Lastimosamente el patriotismo y el buen nacionalismo de los ucranianos no existen en estas latitudes debido a la falta de sentido de pertenencia de los ciudadanos hacia su país de origen.
Lo lamentable es que independientemente de este vaticinio, la influencia de esta guerra ya comienza a tener efectos en el mundo globalizado no solo a nivel económico, social y político sino que marca el inicio de un cambio en el orden internacional, más aún cuando el Primer Ministro de Londres está hablando de sacar a Rusia del consejo de seguridad de las Naciones Unidas, un tema que ya se había venido hablando con anterioridad, puesto que los países que conforman dicho consejo son los Estados que durante la segunda guerra mundial fueron las potencias aliadas y ganaron la guerra; y en la actualidad el orden internacional ha cambiado como también han surgido nuevas potencias que merecen estar dentro de dicho consejo de seguridad.
Colombia debe tener una diplomacia que maneje la situación con guantes de seda y filigrana porque estamos rodeados por vecinos prorusos que podrían traernos graves dolores de cabeza, además de que este conflicto ya lo estamos sintiendo en el país con la subida del pan en otros temas; pues no debemos olvidar que Rusia es un gran productor de gas y de petróleo y es a través de estos productos como se manejó la geopolítica europea cuando Putin se anexo a Crimea.