El fiasco del TLC

Opinión Por

Este 15 de mayo se cumplen los primeros 6 años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) que firmó Colombia con los EEUU en 2006 y los resultados del mismo para nuestro país no son los que se anunciaron para sobrevender sus beneficios ni los que se esperaban por parte de los más incautos. El tiro nos salió por la culata, pues el TLC no fue más que vísperas de mucho y día de nada. Veamos.

El eufórico ex ministro de Comercio Sergio Díaz Granados auguraba que  “para el 2014 Colombia debe contar con 13 tratados comerciales con 50 países”, porque asumía que con ellos estábamos alcanzando el cielo con las manos, era considerado la panacea. Colombia, hasta la firma de este Tratado, mantenía un Acuerdo de preferencias arancelarias (ATPDEA) que cubría una amplia gama de nuestras exportaciones a los EEUU con cero arancel, sin contraprestación comercial alguna por parte de Colombia, pero renunciamos al mismo por el embeleco del TLC. La negociación fue tortuosa y torticera y, de paso, terminó llevándose de calle la Comunidad Andina de Naciones (CAN), que quedó hecha trizas, después de ser Colombia su principal gestor e impulsor. Y así dejamos lo cierto por lo dudoso.

Para empezar, la promesa del TLC era que gracias al mismo Colombia mejoraría ostensiblemente la dinámica de sus exportaciones a la potencia del Norte, que el crecimiento de la economía del país se vería impulsado por el sector externo y se dijo que merced al mismo Colombia desplazaría a Argentina como la tercera economía de Latinoamérica. Y cuando al cierre del 2012, a contrapelo de ello, las exportaciones a los EEUU no sólo no crecieron sino que cayeron 0.69 y para el 2015 se desinflaron, al tener un bajonazo del 55.1% con respecto a 2011, se dijo que todavía era muy temprano para sacar conclusiones sobre los beneficios que estaba llamado a reportarle al país el TLC con los EEUU. Que había que tener paciencia y esperar.

Al cierre del 2015 las exportaciones totales sumaron US $35.690 millones, 40% por debajo de la cifra alcanzada en 2012. En números redondos la baja en las exportaciones fue de US $19.105 millones, la cual se tradujo en un déficit  en la Balanza comercial del 4.4% del PIB y elevó el déficit estimado en Cuenta corriente de la Balanza de pagos hasta el record histórico del 6.9% del PIB (US $15.753 millones), el más alto de Latinoamérica y uno de los más altos en el mundo. En gran medida este revés se atribuye al hecho de que la entrada en vigencia del TLC se da justo en el punto de inflexión de la caida de los precios de los commodities, que son el fuerte de las exportaciones de Colombia, después de los estragos que había causado la enfermedad holandesa en la industria y el sector agropecuario, cuyas secuelas persisten. Esa mezcla tóxica de TLC y revaluación del peso con respecto al dólar le hizo mucho daño a la economía nacional.

Como lo advirtió el Presidente de la Asociación Nacional de Exportadores (ANALDEX) Javier Díaz “podríamos correr el riesgo de tener unos TLC de una sola vía, por la cual los empresarios traigan para su comercialización en el país, aquellos bienes que antes producían y los cuales ahora simplemente resulta más beneficioso importar para su venta en el mercado local”. Dicho y hecho! Y ello a pesar de que en el 2015 se revirtió la tendencia de la cotización del dólar y se registró una devaluación del peso del 37.2%. Según el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, “la tasa de cambio flexible nos ayuda a estimular las exportaciones y a  sustituir importaciones, por lo que se reduce el déficit en cuenta corriente” y remataba diciendo que “el peso más débil ayudará a la recuperación del crecimiento, llevándolo a su ´velocidad de crucero´ de entre 4.5% y 5% por año”, al tiempo que le apostó a un crecimiento del PIB para el 2015 del 3.5%. Pues nada de lo que él previó pasó, empezando porque el crecimiento del PIB en el 2015 cerró en un 3.1%, muy por debajo del 4.6% de 2014. Y esta desaceleración de la economía no para y se prolongó hasta el 2017, con un anémico crecimiento del PIB de 1.8%, después del 2% de crecimiento del 2016.

EXPLICACIONES Y DISCULPAS

Cabe preguntarse, por qué, cuál fue el motivo para que no se le sacara provecho a una tasa de cambio más competitiva como la que ahora se tenía. La respuesta nos la da Javier Díaz, “hay dificultades para retomar la senda del crecimiento, cuando uno mira el aprovechamiento de los acuerdos, este no se ha dado en buena medida porque nuestra economía sufrió una revaluación que golpeó el aparato productivo colombiano”. Y añade Javier Díaz, es que “hay una menor demanda por nuestros productos. No basta con que el dólar esté alto para que se disparen las exportaciones y haya una reacción inmediata. Es que no hay mercado y los precios cayeron”, no sólo los de las exportaciones tradicionales sino los de las no tradicionales.

Así se explica que entre 2012 y 2017 nuestras exportaciones hacia los EEUU se desplomaron en casi el 50%, al pasar de US $21.969 millones FOB en 2012 a US $10.540 millones en 2017 y, lo que es más grave, el grueso de nuestras exportaciones se concentran, según cifras de la Cámara de Comercio Americana (AmCham), en las exportaciones tradicionales, esto es productos minero-energéticos, en proporción de un 73.8% de la totalidad de las exportaciones en ese lapso, que fue de US $85.278 millones. Y, como es bien sabido, para venderle carbón y petróleo a EEUU, que dicho sea de paso han venido reduciéndose también, no se necesitaba ningún TLC.

Fuente: DANE

LAS UVAS ESTÁN VERDES

Explica Javier Díaz, Presidente de ANALDEX, que “en estos seis años no hemos aprovechado el Acuerdo. En el momento en que se firmó, había una revaluación del peso por lo que no era rentable exportar”, pero ya vimos que con devaluación tampoco se ha podido. Como en la fábula de la zorra y las uvas de Esopo, las uvas están verdes! Por su parte María Claudia Lacouture, responsable de poner en marcha este desaguisado como Ministra de Comercio, dice que “las razones por las cuales las exportaciones no han crecido como se esperaba poco o nada tienen que ver con el tratado”. Desde que se hicieron las disculpas el gato no come queso, ahora lo cuida. Cuáles son, entonces, esas razones extrañas al tratado que no se contemplaron al momento de firmarlo y ponerlo en práctica que han causado tan nefastos efectos.

Si bien el valor de las exportaciones totales crecieron el 18.7% en el 2017, después de que se habían descolgado el 11.6% en 2016, ello obedeció a un efecto rebote después que los precios del petróleo dejaron de caer, reponiéndose de US $44 el barril en promedio  a US $54 el barril y los del carbón pasaron de US $66 la tonelada en promedio a US $88 la tonelada, para los mismos años. Es decir, que la reprimarización de la economía, después del largo ciclo de precios altos de las materias primas, que se prolongó por una década (2003 – 2012), Colombia sigue dependiente del sector minero-energético en un 68% (¡!). La balanza comercial y la economía colombiana siguen al vaivén de los precios de las materias primas, de allí que la reducción reciente del déficit en la Cuenta corriente de la Balanza de pagos entre 2016 y 2017 del -4.4% al -3.3% obedece al repunte de dichos precios.

Y, para rematar, como la Ley de Murphy es implacable, todo aquello que anda mal es susceptible de empeorar y este es el caso, pues con el arribo de Trump a la Presidencia de los EEUU a Colombia, como a los demás países que tienen acuerdos o tratados con EEUU se le ha puesto el dulce a mordiscos. Colombia, que se precia ser el aliado estratégico de los EEUU en la región no pudo escapar a la cerrazón del nuevo inquilino de la Casa Blanca, al momento de establecer el arancel del 2% a sus exportaciones de acero.

EL NECESARIO TIMONAZO

En Colombia no se ha querido entender que, como lo acota el experto Manuel José Cárdenas, “los tratados de libre comercio generan oportunidades de negocios, pero no los negociosDe nada nos servirá abrir mercados sino tenemos que exportar”. En ello coincide con el consultor Jorge Alberto Vásquez: “una cosa son los acuerdos comerciales y otra la posibilidad de aprovecharlos: Firmamos acuerdos, pero no contamos con producción para exportar, ni la generamos”. Colombia no se ha preparado para afrontar el reto que significa la firma de los TLC con otros países con los que no competimos, por que, como lo afirma Andrés Oppenheimer “está demasiado obsesionada con el TLC y poco obsesionada con la productividad”. Mientras Colombia no mejore su competitividad, diversifique su producción, sus exportaciones y los mercados de destino de estas, el crecimiento de la economía será insostenible. Hay que hacer un alto en el camino y replantear el fracasado Modelo económico para lograr desatascar la economía, que debe crecer para igualar e igualar para crecer más. Qué esperamos para dar ese timonazo?

Coletilla: qué le responden ahora los alabarderos de la apertura comercial a ultranza y los turiferarios del neoliberalismo a quienes en su momento fuimos macartizados como dinosaurios, como cepalinos trasnochados, que queríamos dar vuelta a atrás a las ruedas de la historia, simple y llanamente por que nos atrevimos a oponernos a su obsecado empeño en firmar a la topa tolondra, en medio de sus aspavientos para embaucar a la opinión pública, cuanto tratado se les antojó. Los platos rotos los está pagando el país y la responsabilidad política de semejante fiasco brilla por su ausencia.

Economista de la Universidad de Antioquia, fue Senador y Presidente del Congreso, Ministro de Minas y Energía, y Director Ejecutivo de la Federación Nacional de Municipios hasta principios de 2017.