Con los resultados electorales del día 19 de junio se ha comprobado que el país empieza a escribir un nuevo capítulo de su historia. Por primera vez sube un presidente de ideas reformistas y sociales, exguerrillero e izquierdista.
Esto es un triunfo para la democracia pues se acaba de comprobar que los acuerdos de paz funcionan, y que es a través de las ideas y del voto como se ganan las grandes guerras y se realizan las mejores conquistas, y no con las armas y la violencia.
El discurso del presidente electo Gustavo Petro Urrego fue conciliador, y se basó en tres palabras con mucho significado que son la paz, el perdón y el amor.
Pero lo más importante es que fue incluyente, resalto que su economía sería capitalista y que fortalecería la democracia.
Este triunfo fue para la Colombia olvidada, para las regiones, y lleno de esperanza. En él toco temas vitales relacionados con las distintas problemáticas que tiene el país y resaltó la importancia que por primera vez un presidente le da a los temas de la actual agenda internacional y sobre todo a lo que sería su política exterior.
Finalmente alguien entiende que es a través de la inclusión y de la integración latinoamericana como podemos hacernos escuchar en bloque sin que las ideologías nos dividan.
El calentamiento climático, el medio ambiente y el cambio a las energías renovables serían entre otros los temas que comprendería su política exterior, además de la integración latinoamericana.
La unión de un país sin división de raza ni de condición social fue algo que resaltó, y sobre todo el hecho de querer hacer un gobierno sin persecución política a sus opositores.
Se podría decir que comenzó con el pie derecho; esperemos que el país entienda que es la hora de la unión y de acabar con la polarización, el resentimiento y la división de clases, pues todos tenemos la obligación constitucional de cumplir nuestros deberes como ciudadanos y estar por encima de cualquier circunstancia que impida colocar primero al país.
Se resaltan los mensajes que los distintos presidentes latinoamericanos le han enviado a nuestro presidente electo incluyendo el del gobierno de los Estados Unidos, y además el de algunos líderes colombianos, entre estos el expresidente Uribe en el que reconoce el triunfo de Gustavo Petro y antepone a Colombia por encima de cualquier circunstancia.
Quiera Dios que los uribistas sigan el ejemplo de su líder innato para que por el bien del país podamos dejar los odios atrás y pensar en el bienestar de toda una nación y de fortalecer su gobernabilidad.
La justicia también fue un tema relevante que toco en su primer discurso el presidente electo, la cual es fundamental para fortalecer el Estado de Derecho que tanto se ha debilitado.
Es la hora de que todos apoyemos a Petro para que realmente este gobierno sea el de los colombianos y no se continúe con el sentimiento de “contra Petro”, pues ahora no es la persona del colombiano Gustavo Petro, sino la del Presidente de Colombia y como tal le compete a toda la nación apoyar las actuaciones positivas que él realice para la paz, la reconciliación y el desarrollo del país. Como él dijo, “hagamos de Colombia una potencia del amor”, pues es a través de él que podemos entender a otro, de perdonar, de construir, de mirarnos a nosotros como la familia que somos y de engrandecer nuestra historia, nuestra cultura y nuestra identidad.