Se le vino encima la noche y con el manto de ella arropa sus penas del día. Exhaustos, con el cuerpo sudoroso y fatigado se desgonzan ante el lecho buscando reposo y reparador descanso. Muchos no conciben el sueño ante la incertidumbre del mañana y ante el sacrificio del ayer que solo logró el precario mendrugo del día; los ojos hundidos e inexpresivos sobresalen en su rostro, solo brillan por las lágrimas que empantanan el triste recuerdo de su pobreza y lucha diaria. Sus manos llenas de cayos y cicatrices apenas levantan un pocillo destartalado para engullirse un pan duro como su vida y una agua panela fría como su corazón. Los encontramos muy de madrugada recogiendo las basuras detrás de los carros recolectores en fatigosa carrera, o barriendo los parques y las calles, o limpiando las plazas de mercado, o abriendo zanjas en las vías, o al frente de imponentes construcciones pegando ladrillos sostenidos en el espacio en frágiles cuerdas arriesgando su vida, o destapando alcantarillas inhalando fétidos olores, o removiendo escombros y aludes en las carreteras, o cargando y descargando mercancías, o en el campo en los trapiches soportando altas temperaturas , o apartando terneros , ordeñando, arreglando cercas , limpiando potreros, recogiendo las cosechas etc. Todos tienen un común denominador son pobres y su trabajo está relacionado con su fuerza física, su cuerpo es el capital de trabajo y cómo sufren desde jóvenes tal desgaste, su vejez , si la logran, es calamitosa. Muchos no cuentan con seguridad social, no poseen pensión de vejez y mucho menos atención en salud, son explotados laboralmente recargados de horas de trabajo sin salarios dignos y sin continuidad.
A ellos hoy jueves santo nuestro homenaje y reconocimiento , una verdadera pasión de sufrimiento de vida inmerecida. Ejércitos de obreros entregando su juventud, salud y vida por el progreso de la patria.
