Sonia recuerda que ese día había mucha algarabía y se veía gente por todas partes. Ella aún no cumplía los 14 años, junto con sus padres se asomaron a la ventana de su apartamento que daba sobre la carrera 14 de Armenia y desde allí vieron la caravana de autos y gente que vitoreaba con alegría: se trataba del nacimiento del Quindío como departamento, corría el año 1966.
Fue una gesta forjada por toda la ciudadanía, y encabezada por los parlamentarios de la época Ancizar López López, Silvio Ceballos, Rodrigo Gómez, Horacio Ramírez; por el alcalde de entonces, Hernán Palacio; por la reina del Quindío, Clarena Gómez, y en general, por diferentes personalidades y representantes del civismo de la región.
Con poco dinero y mucho entusiasmo inició la vida jurídica del Departamento del Quindío. La ciudadanía y sus líderes trabajaban al unísono para sacar adelante el nuevo Departamento, aparecieron los colegios de bachillerato en todas las cabeceras municipales, las vías fueron mejorando con la colaboración inicial del Batallón de Ingenieros ‘Cisneros’, y luego -con la participación del Comité Departamental de Cafeteros-, se edificaron soluciones de vivienda bajo el sistema de auto construcción.
La premisa predominante era que los recursos que se consiguieran debían ser invertidos en el Departamento con transparencia y en beneficio de todos sus habitantes y fue precisamente esto lo que generó que el Quindío fuera conocido como ‘Joven, Rico y Poderoso’.
Durante muchos años y el transcurrir de varias administraciones hubo mucha pulcritud en el manejo de lo público. Hubo civismo, arraigo por el terruño, sentido de pertenencia, al punto de que el Departamento del Quindío se consideraba un referente de progreso y transparencia a nivel nacional.
Lastimosamente, esos líderes de antaño y su buen ejemplo fueron reemplazados por otras personas que no sienten el Departamento como propio y que solo ven en su administración un botín para ser repartido y para sacar provecho personal.
Los últimos veinte años han sido nefastos para el Quindío y sus ciudadanos, ahora ocupamos los primeros puestos en corrupción, en desempleo, en líderes mediocres, en personas a las que no les interesa el bienestar de los habitantes del Quindío y lo más lamentable de esta situación es que de alguna forma todos hemos sido cómplices al elegir a esos gobernantes, en permitir que los órganos de control queden a discreción de los corruptos y en callar cuando la justicia no opera y es manipulada por el dinero mal habido.
Sin embargo, el llamado de esta columna es a recobrar la memoria y la esperanza. El Quindío puede volver a florecer retomando las enseñanzas de nuestros padres y abuelos. Continuamos siendo una región agrícola importante, a nivel nacional somos un ejemplo turístico destacado, muchos jóvenes han demostrado su idoneidad a la hora de montar empresas creativas, está llegando una población de pensionados de otras regiones que requiere servicios de calidad, en suma, el Quindío tiene potencial y casta para sobreponerse a la pesadilla que hemos estado viviendo en los años recientes.
Las elecciones de dignatarios regionales que tendremos en octubre de este año son una oportunidad de oro para el Quindío, los principales líderes locales ocupan gran parte de su tiempo en resolver sus problemas personales con la justicia, y es hora de que la ciudadanía deje de verlos como un referente para ser elegidos o para que nos impongan sus candidatos.
Sin duda alguna, los partidos han perdido su norte y desde las directivas en Bogotá han sido compinches de los malos manejos, no solo del Quindío, sino de las diferentes regiones de Colombia. Pero, en estas elecciones nos conviene anteponer el bienestar general y no el de los partidos y sus representantes de turno.
Escudriñemos sobre la vida y actuaciones de los diferentes candidatos, miremos con detenimiento quiénes los apoyan y elijamos personas que con su trayectoria como ciudadanos demuestren que no tienen intereses nefastos para el departamento y sus municipios.
El Quindío tiene con qué salir adelante y en octubre se enfrentará a un momento único e inigualable para demostrarlo. Solo esperamos que la ciudadanía reaccione en favor de ella misma, y que todos dejemos de ser cómplices de los corruptos.
Es tiempo de elevar nuestro orgullo, de recobrar la mística solidaria con la que se fundó nuestro departamento. Es tiempo de recrearnos e invocar los principios de la pujanza quindiana, pasar con celeridad este trance de decadencia y asumir los venideros años como protagonistas ejemplares de nuestro destino y de la vida nacional.
Siempre en los momentos más críticos las sociedades, o desaparecen o se reinventan y emergen con más fuerza, nosotros nos reinventaremos porque aún tenemos raíces llenas de vida y arraigadas a las ideas que un día visionaron al Quindío como un Departamento joven, rico y poderoso.