Nuestro sur del país vive por estos días una doble tragedia, por un lado la enorme amenaza por el acecho del coronavirus y por el otro, el histórico abandono estatal.
El primero, tiene contra las cuerdas al mundo entero, es impredecible aún las dimensiones que pueda alcanzar el covid19 en nuestro país, no en vano todos los días aparecen nuevos contagios y la cifra de muertos aumenta con el pasar de las horas, y lo más preocupante es que aún no existe vacuna alguna para combatir su propagación. Lo más acertado por lo pronto, es acatar las recomendaciones de las autoridades de salud, guardar el confinamiento y minimizar así el impacto del brote.
Nuestros departamentos del sur y en general las regiones colombianas, pero sobre todo Nariño y Putumayo, hoy no están preparadas para enfrentar la pandemia, las instituciones de salud no tienen los equipos, ni elementos necesarios para hacerle frente a éste enemigo silencioso que tiene a la humanidad confinada. Los hospitales nuestros requieren con urgencia más Unidades de Cuidados Intensivos, dotación para el personal de salud y en fin toda una serie de implementos y de logística que hoy no tienen para atender a los pacientes contagiados. Lograr un efectivo apoyo para nuestros hospitales requiere también de voluntad política y en ese sentido nos hemos pronunciado en reiteradas ocasiones ante el Gobierno Nacional para visibilizar lo que hoy sucede en nuestras regiones. Sin duda, cuando pase toda esta contingencia habrá que abrir el debate para cambiar todo el modelo de salud en Colombia, que no sólo es obsoleto, sino que es permeable a la corrupción y donde el usuario es visto no como paciente, sino como cliente, luego la salud en nuestro país lastimosamente es un negocio de unos pocos.
La otra tragedia del sur de Colombia es el histórico abandono estatal. Nuestras regiones poco cuentan para las grandes decisiones nacionales, la inversión social es muy reducida en unos territorios con grandes necesidades básicas insatisfechas, municipios ávidos de inversión en sectores como salud, educación, agua potable, saneamiento básico, infraestructura, vías, desarrollo agropecuario, en fin, hoy es casi que nula la inversión estatal en estos aspectos para los municipios de quinta y sexta categoría, que son los entes territoriales más vulnerables y los más atrasados en cuanto a desarrollo social.
La mayoría de departamentos del sur del país tienen un común denominador, la pobreza, la marginalidad y la exclusión, pero además de ello, hemos padecido la violencia a gran escala y aún hoy, somos territorios con presencia de grupos armados ilegales, de narcotráfico, de bandas criminales, disidencias y una serie de fenómenos que atizan esos indicadores de desigualdad.
Ahora, en temas viales y de infraestructura el atraso sí que es grande, ya por ejemplo el Gobierno Nacional adjudicó un paquete de doce proyectos viales, portuarios y férreos de quinta generación y ¡oh sorpresa!, el sur nuevamente postergado al menos para la vigencia 2021. La doble calzada Pasto-Popayán, ha sido excluida en esta primera fase de las nuevas obras 5G.
Sin embargo, desde la Agencia Nacional de Infraestructura, se ha confirmado que éste importante corredor vial de nuestro sur del país está en etapa de estructuración y que será adjudicado en el 2021 con un costo total de $4.5 billones.
Ya el propio Presidente de la ANI, confirmó que se contempla la construcción de 268 kilómetros, entre ellos, 35 km de segunda calzada y 63 km de calzada sencilla. Igualmente, el mejoramiento de 157 km y la rehabilitación de 84 km. El proyecto de doble calzada que unirá a las capitales de Nariño y Cauca, tendrá también la construcción de alrededor de 9 kilómetros de túneles en la variante de Timbío – El Estanquillo, esto debido a las condiciones geológicas de la zona que lo hacen necesario.
La ejecución de éste estratégico corredor vial, permitirá que el transporte de carga ahorre aproximadamente tres horas de recorrido, y por supuesto el ahorro en costos también es importante. Además que los productos provenientes del interior del país tendrán una vía competitiva que dinamizará la economía, y fortalecerá el comercio que conecta con el Pacífico y el Sur del continente.
En buena hora, éste es un clamor de las gentes del Sur, es una necesidad imperiosa que durante mucho tiempo se pidió y hoy empezamos a ver la luz, ojalá sea éste el principio de las grandes inversiones para el Sur de Colombia, región que tanto le aporta al desarrollo nacional, pero tan rezagada desde el nivel central.