A año y medio de finalizar el mandato del gobierno Duque y sin pretender achacarle en un cien por ciento los problemas estructurales del país, ya que los gobiernos que hemos tenido desde que somos Estado independiente con sus honrosas excepciones y sin que yo ser de izquierda, se les olvido que debieron gobernar para todos los colombianos, repartir de manera equitativa las tierra y la riqueza entre los colombianos de manera homogénea para obtener una equidad social.
Es ridículo que solo ahora, faltando un año y medio para terminar el mandato del presidente Duque pretenda combatir la corrupción cuando es un problema estructural y debió haber sido una política de Estado de largo plazo.
Escuchando la entrevista que le hizo el director del noticiero de televisión Caracol Juan Roberto Vargas al presidente Duque, resulta incomprensible que él siga pensando que la problemática del Choco, del Pacifico colombiano en general, de Providencia y de otros departamentos sea solo llevarles mercados, reconstruir las casas que destruyó el huracán por su paso en las islas; cuando el desarrollo depende de la capacidad que tenga el Estado para controlar cada rincón de la geografía del país, y a la vez generar políticas que combatan la inequidad social y desarrollen de la infraestructura en esas regiones.
Lo que se ha visto durante el actual gobierno y su partido, es lo que decía Luis Carlos Galán cuando hablaba de la necesidad de realizar una verdadera reforma electoral y el papel que deben de tener los partidos políticos.
Parafraseando a Galán, “un partido que no apoya las reformas sociales” (como lo que se consigna en los acuerdos de paz por ejemplo) “y no se pone del lado de los pobres con una ideología progresista, es el que va matando la democracia. No se puede seguir manipulando a un pueblo indefenso presionado por las angustias económicas”.
El gobierno no puede seguir manejando algunas regiones del país solo llevando a las comunidades carrotanques de agua, mercados o un subsidio que no representa ni siquiera un salario mínimo, cuando lo que se necesita es educar, brindar alternativas de trabajo, y cumplir con la función social del Estado generando infraestructura y permitiendo que gocen de una vida digna y proporcionándo los servicios públicos.
Seguir engañando al pueblo y tratándolo como mendigo no es la solución. No se puede continuar diciendo a los colombianos que todo el que piensa distinto es castrochavista y acentuar el negacionismo sobre la problemática de la violencia y del conflicto armado.
El pretender que el presidente es respetuoso del equilibrio de las ramas del poder público, así como el no tener injerencia en los organismos de control es un acto de debilitamiento de la democracia.
El no controlar los asesinatos de los líderes sociales y de los excombatientes es una manera de exacerbar la violencia política, pues la razón de ser de una democracia es el respeto por las distintas maneras ideológicas de pensar.
La propia comunidad internacional comenzando por las Naciones Unidas ha venido insistiendo en la necesidad de que el gobierno implemente los acuerdos de paz y ponga fin a los asesinatos antes mencionados.
Parecería que el presidente Duque se la pasado apagando incendios en lugar de haber liderado grandes reformas e impartiendo políticas públicas de largo plazo para el desarrollo del país.