La coyuntura política nacional está centrada en las elecciones parlamentarias y presidenciales. Serán renovadas las dos cámaras del Congreso nacional y se elegirá el nuevo presidente de Colombia que no podrá ser reelegido en cuatro años. Toda la ciudadanía está convocada a participar mediante el voto universal, libre y secreto para la conformación de estos poderes públicos. El ambiente electoral: muy tenso y muy polarizado.
Es muy tenso y muy polarizado porque la violencia y la ira oscurecen la deliberación pública. El ciudadano recibe mensajes de odio de algunos actores de la contienda, lo que no le permite ejercer su derecho al sufragio en un ambiente de libertad, y es que la libertad política supone la exclusión de la violencia en las elecciones y la no violencia es un derecho.
Democracia y elecciones constituyen el reino de la deliberación pacífica en la que los partidos y movimientos políticos presentan, a la ciudadanía, sus argumentos en forma de programas y planes de gobierno, para que cada ciudadano, portador del derecho a un voto con igual peso, escoja a su o sus candidatos.
La democracia, como la mejor forma de gobierno que hay, defendida por Sócrates, aún con sus notorias imperfecciones de las que él fue víctima, conforma el gobierno de los asuntos públicos y rodea de legitimidad al mandatario escogido mediante unas elecciones libres. A veces se eligen malos gobernantes, pero esto se puede superar sin violencia y en paz.
Recuerdo que Karl Popper en su libro De la sociedad abierta y de sus enemigos describe a la democracia como la forma de gobierno en la que los ciudadanos pueden cambiar a los gobernantes –malos o buenos–, sin tener que acudir a la violencia y en la que debe regir unas reglas de juego que necesariamente tienen que ser aceptadas por todos. La democracia es deliberación, que es lo mismo que decir, discusión de razones que se presentan en el mercado electoral para decidir por alguna o algunas opciones.
Razones, son las que tienen que imperar en un debate electoral. Es inadmisible el grito, la agresión verbal o física; menos, impedirle al otro habilitado a intervenir en el proceso electoral para que presente sus planes de gobierno y argumentos con los que no está de acuerdo.
La democracia es la organización del acuerdo y el desacuerdo. Es el escenario de la razón política y de las razones de gobierno. La democracia debe respetar al otro, independiente de quien sea. La democracia es muy humana.
La democracia es una manifestación de la razón y del juicio, como lo enseña Martha Nussbaum en su libro El cultivo de la humanidad: “Sócrates prefiere la democracia porque la democracia es noble, y él piensa que es noble porque reconoce y respeta los poderes de deliberación y elección que todos los ciudadanos comparten”. Defender la democracia es un imperativo ético y político. No permitamos que reine la ira y la violencia.
El ELN debe cesar la violencia si dice amar la democracia y la paz. La democracia se construye en paz y para alcanzarla se requieren actos que la confirmen. No se puede afirmar que se le anhela con actos de guerra. Querer la paz es defender la democracia, es defender y garantizar unas elecciones pacíficas. No al exterminio de nadie, ni a la ofensa en este debate electoral. Es un compromiso ineludible de todos. En estas elecciones renunciémos a la violencia, a la ira y a la agresión.