Brasil, el país más grande de Latinoamérica y la sexta economía mundial, un país rico en recursos naturales, diverso y cultural, enfrenta ahora un cambio drástico, elige un nuevo camino, fijando una meta al final de un nuevo túnel, la meta de poder acabar la corrupción y la inseguridad. Pero vale preguntarnos: ¿y el túnel?. Por supuesto, todos desean con firmeza que su país sea cada vez mejor, un deseo que no se posiciona en el espectro ideológico de izquierda o derecha, puesto que es un anhelo común y solo se requiere ser ciudadanos conscientes de la importancia de generar cada vez más bienestar. Pero el engaño y la retórica del nuevo presidente de Brasil nublaron la realidad ante los ojos de gran parte de su población.
Brasil cierra una importante etapa del camino, una en la que millones de Brasileños superaron la pobreza, el sistema de educación mejoró, incrementaron las oportunidades de empleo con mejores salarios, se desarrollaron destacables programas sociales. Lo que llevó al reconocimiento internacional por logros notables en la gestión pública.
Sin embargo, los escándalos de corrupción y los niveles de inseguridad llevaron al país a la desesperación. Querían dar una solución a estos dos problemas y han considerado que al elegir a un nuevo gobierno de corrientes completamente opuestas al último, lograrían lo que tanto anhelan.
Pero no se tuvo en cuenta que la supuesta cura podía ser peor que el mal. Y terminaron eligiendo a un presidente que prometía cambio y esperanza, pero que es autoritario, excluyente, racista, machista, está a favor de la tortura y de las dictaduras, no reconoce la oposición ni la verdadera democracia, no respeta la diversidad sexual al estar en contra de la comunidad LGTB, prohíbe la educación sexual en las escuelas, prioriza la economía sobre el medio ambiente, ha declarado su voluntad de retirar a Brasil del tratado de París sobre cambio climático, ha afirmado que es necesario eliminar las reservas indígenas sin proporcionarles un sólo cm de tierra, desea dar apertura a más escuelas militares reduciendo las cuotas de plazas por cuotas raciales, promueve el uso de armas para todos y la licencia a policías para matar a quienes consideren delincuentes, promoviendo la impunidad policial, busca abolir la ley de migración considerando que Brasil no puede ser de fronteras abiertas.
En Brasil se decidió cruzar el túnel, sin ser conscientes de que la oscuridad que hay dentro de él puede llevarlos a perderse y no ver la luz que al final esperaban ver. Ojala que sus mismas consignas de esperanza y cambio sean lo que los lleve a encontrar de nuevo el camino y al final encontrar la luz, una en la que los derechos humanos estén por encima de todo, en la que se respete la dignidad humana, y se promueva la igualdad, la equidad, la vida, el cuidado al medio ambiente, la libertad, la justicia social, la democracia, y la solidaridad.